Es una condición crónica, recurrente y grave, que se extiende a lo largo de la vida y se caracteriza por fluctuaciones en el estado de ánimo.
Redacción Gestarsalud
El Trastorno Afectivo Bipolar (TAB) es una condición crónica que se caracteriza por oscilaciones en el estado de ánimo y que se manifiestan como episodios o fases de extrema euforia o exceso de felicidad.
Esto puede ser con episodios de manía, caracterizados por el aumento de energía, disminución en el sueño y en algunas ocasiones la realización de acciones riesgosas; pero también se pueden presentar episodios opuestos, donde las personas se sienten con falta de energía, tristeza, pérdida del interés por actividades que antes generaban placer, alteración en el sueño y en la alimentación.
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Es importante aclarar que estas emociones suelen ser parte de la vida cotidiana, pero en ocasiones, cuando duran periodos de tiempo mayores a las dos semanas, producen mucha molestia o malestar que compromete la manera en cómo la persona se siente, piensa y actúa, afectando así su vida en relación con la cotidianidad. En estos momentos es cuando son consideradas algo “anormal” y deben ser estudiadas para evaluar si se trata de un posible estado “patológico”.
Así lo explica el doctor Rafael Miranda, director del área psicosocial de la facultad de Medicina y director de la maestría en Salud Pública de la Universidad El Bosque, quien además es médico psiquiatra especialista en niños y adolescentes y cuenta con un magíster en salud pública.
Miranda habló con Gestarsalud para aclarar las dudas más frecuentes frente al trastorno de bipolaridad, que según un estudio publicado por la Universidad Javeriana en el 2019, tiene una prevalencia en Colombia del 1,2 por ciento.
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¿Cuáles son los factores de riesgo para esta condición?
La causa de este trastorno es esencialmente genética y biológica, en donde se ven comprometidos a nivel del sistema nervioso los circuitos cerebrales y neurotransmisores que regulan las emociones. Sin embargo, existen condiciones o situaciones que pueden incidir como desencadenantes, para que una persona pueda presentar “crisis”, dentro de lo que se debe tener presente factores psicológicos como eventos traumáticos o vitales negativos, pero también positivos.
Por otra parte, el consumo de sustancias psicoactivas, la no toma de medicación, la desestructuración de rutinas, la falta del sueño, el uso de algunos medicamentos, también son considerados factores de riesgo.
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¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de esta condición es estrictamente clínico. Eso quiere decir que la evaluación exige una completa anamnesis, la necesidad de varias entrevistas clínicas, en las que se debe incluir a la familia dentro de esta exploración, de esta manera se puede conocer mejor la historia evolutiva del trastorno, y ampliar el conocimiento de los antecedentes personales y familiares del paciente, llegando así a un diagnóstico.
También son utilizadas algunas escalas o encuestas clínicas, estas suelen ser ayuda o apoyo en el diagnóstico, seguimiento o monitoreo, más no se recomiendan como único método de evaluación o diagnóstico, y en ningún caso puede sustituir a la entrevista clínica, la cual utiliza los criterios de la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10) y los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V).
Finalmente es importante mencionar a manera de recomendación, que los pacientes con sospecha de trastorno bipolar deben ser remitidos a un especialista de salud mental para su evaluación, diagnóstico y desarrollo de un plan terapéutico.
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¿Existe un tratamiento para esta condición?
La buena noticia es que sí existe tratamiento y resulta ser bastante efectivo. Si bien, no hay una “cura”, los tratamientos son altamente eficientes y permiten que una persona retorne completamente a su funcionalidad transitando así por la vida cotidiana para trabajar, establecer relaciones significativas y contribuir a la comunidad.
El manejo clínico siempre tiene dos dimensiones: el estado afectivo actual y la evolución a largo plazo, siendo clave tratar ambos. Se debe tener presente que el plan de tratamiento dependerá de las características del trastorno del paciente, donde se incluye no solo el manejo farmacológico, sino los procesos terapéuticos, la monitorización de la persona e incluso planes de crisis.
Es clave comprender que el tratamiento, especialmente el farmacológico, es imprescindible y su abandono constituye la primera causa de crisis o recaídas. Dentro de los principales tratamientos farmacológicos se cuenta con el Litio, Ácido valproico, la Carbamazepina y la Lamotrigina, a estos medicamentos se les conoce como moduladores del estado de ánimo. También se cuenta con medicamentos como antipsicóticos, ansiolíticos y antidepresivos.
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¿Una persona con trastorno bipolar puede llevar una vida normal?
Por supuesto, mientras una persona está bajo tratamiento y en controles, puede llevar una vida normal.
El TAB no incapacita para estudiar, trabajar o tener familia. Entender que existen empleos o carreras que pueden exigir una variabilidad o irregularidad horaria, que son poco recomendables. Tampoco es una limitación para realizar actividad física ni tratar de llevar una vida saludable. No obstante, se debe tener en cuenta que el consumo de alcohol o sustancias psicoactivas, así como la realización de algunas actividades también pueden considerarse como un factor de riesgo para desencadenar una crisis o episodio.
Lo que es cierto, es que esta como cualquier condición crónica implica retos y desafíos en cuanto a adherencia al tratamiento y conciencia de enfermedad, pero al igual que en otras patologías la mayoría de las personas logra llevar una buena calidad de vida.
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¿Cuáles son los mitos más comunes que rodean esta condición?
De acuerdo con la situación o contexto muchos de los mitos pueden estar relacionados con que es una condición inventada o secundaria a los tiempos modernos, o producto de la falta de voluntad, desconociendo así las bases biológicas.
Errores o mitos sobre el diagnóstico, la edad de aparición de los síntomas. No es un mito propio de la enfermedad, pero también se habla mucho sobre los tratamientos, especialmente los no convencionales o la adicción de los psicofármacos.
También se habla mucho sobre el deterioro funcional, la pérdida de la inteligencia, las limitaciones académicas, laborales, el problema con los límites, el cumplimiento de normas y la realización de actividades de riesgo, lo cual suele presentarse durante las crisis o episodios, pero no es una característica de los individuos.
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