Colombia es el segundo país de América Latina con mayor número de personas afrodescendientes (10,5 %), después de Brasil.
Redacción Gestarsalud
Un informe realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) evidenció que las poblaciones afrodescendientes de América Latina, en específico las de 18 países que fueron estudiados, viven en condiciones lamentables tanto sociales como económicas que repercuten no sólo en su salud, sino también en su bienestar.
Como resultado, más del 80 por ciento de los países analizados presentaron desigualdades que reflejan desventajas para la población afrodescendiente en aspectos relacionados con niveles de pobreza, acceso al empleo e ingresos. Y asimismo, bajos indicadores de mortalidad materna, mortalidad infantil y acceso a esquemas completos de vacunación; además de desigualdades relacionadas con el acceso a una vivienda adecuada y al saneamiento básico como agua potable.
Los países que presentaron las brechas más amplias de desigualdad en América Latina durante el estudio fueron Brasil, Ecuador, Perú, Uruguay y Colombia.
Y lo más grave es que en estos países la proporción de personas afrodescendientes con necesidades básicas insatisfechas puede incluso triplicar la proporción en personas no afrodescendientes.
Al respecto, la directora de la OPS, Carissa F. Etienne, manifestó, «Seamos francos; las inequidades en salud que enfrentan las personas afrodescendientes se dan en un contexto de discriminación y racismo institucional, muchas veces exacerbado por las desigualdades de género».
«Se manifiestan desde los primeros años de vida, y los riesgos de salud acumulados aumentan con la edad, produciendo diferencias significativas en los niveles de mortalidad y esperanza de vida. En consecuencia, diferentes factores relacionados con la discriminación y la estigmatización, junto con las desigualdades de género y las desventajas sociales y económicas, explican los malos resultados en materia de salud de las personas afrodescendientes.»
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Los principales hallazgos
Con base en los datos de los indicadores socioeconómicos de los 18 países, el informe destacó, para empezar, que en Centroamérica y América del Sur el mayor número de personas afrodescendientes se encuentra en Brasil (50,9 % de la población), seguido de Colombia (10,5 %), Panamá (8,8 %), Costa Rica (7,8 %) y Ecuador (7,2 %).
Al mirar las cifras de pobreza en América Latina estas revelan que la situación de los afrodescendientes es peor que la del resto de la población, pues si bien no superan 30 por ciento de los habitantes de la región, sí representan el 40 por ciento de los pobres.
Pero al mirar el caso específico de Colombia se encuentra que en las zonas rurales la pobreza de las poblaciones afrodescendientes llega a 50,6 por ciento, es decir, la mitad, casi 12 puntos por encima que el resto de la población en estas áreas. En las zonas urbanas la pobreza de los afrodescendientes se ubica en 36,9 por ciento, también 12 puntos por encima que el resto de la población pobre en las ciudades.
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Desigualdades y salud
El estudió también encontró que las desigualdades relacionadas con la salud materno infantil persisten a pesar de las distintas estrategias implementadas. Por ejemplo, la brecha de mortalidad materna para las madres afrodescendientes es casi 3 veces la razón de mortalidad total del país en Ecuador y 1,3 veces en Colombia, mientras que en Brasil el exceso es de 36 por ciento.
Lo anterior va muy de la mano con las condiciones de vivienda, que de acuerdo con la información de 13 países, es especialmente crítica en Bolivia, Colombia, Ecuador, Honduras y Nicaragua.
Y respecto al acceso de agua potable en las áreas urbanas, la peor situación para los afrodescendientes se registra en Nicaragua (81 %), con una cifra que duplica con creces la de la población no afrodescendiente (35 %). Le siguen Bolivia (48 %), Ecuador (39 %), Colombia (35 %) y Cuba (34 %).
En relación entre la dimensión étnica y el uso de los servicios de salud en Colombia, se encontró que la población afrocolombiana tiene menores probabilidades de acceder a la atención médica en comparación con la población no afrodescendiente.
Y sobre la percepción de las mujeres afrodescendientes con cáncer de mama y de cuello uterino se indica que las adversidades que enfrenta esta población están mediadas por un sistema de salud con cobertura limitada en algunas regiones apartadas del Chocó y zonas del litoral Pacífico, pues los servicios están concentrados en los centros urbanos.
Es decir, a la tragedia de la propia enfermedad se suman las limitaciones para desplazarse hacia otras ciudades, los elevados gastos y la pérdida del apoyo social y emocional que implica dejar su entorno.
Por otra parte, sobre la atención del parto por personal calificado y el parto institucional, el estudio indica que entre los países analizados las mayores desventajas para las mujeres afrodescendientes se observan en Colombia y Ecuador, según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
“Las mujeres indígenas y afrodescendientes, aquellas de menores ingresos y menos años de escolaridad tienen a menudo mayores dificultades para acceder a servicios de planificación familiar y a una atención calificada de sus partos”, menciona el informe.
Se observa que las mujeres afrodescendientes se encuentran en desventaja con respecto a las no afrodescendientes, con brechas significativas en Ecuador (casi cuatro veces), Colombia (doble) y un poco menos en Brasil (1,4 veces).
En Colombia, la tasa de mortalidad materna en población afrodescendiente es de 152,9 por cada 100.000 nacidos vivos, frente a la mortalidad materna en población blanca que es de 66,5 por cada 100.000 nacidos vivos, es decir, más del doble.
La jefa de gabinete del secretario general adjunto de la OEA, Celia A. Prince, dijo al respecto: «Mientras las personas en situación de vulnerabilidad como los afrodescendientes sigan enfrentándose a la invisibilidad y la exclusión; mientras sigan viviendo en la pobreza, y no puedan acceder a la cobertura sanitaria universal, la consecución de los objetivos de Desarrollo sostenible seguirá estando fuera de nuestro alcance. Por ello, nos sumamos al llamado a la acción para la inclusión de las poblaciones afrodescendientes”.
Finalmente, el informe recomendó mejorar las políticas de salud pública para los afrodescendientes incorporando “los conocimientos específicos y las prácticas ancestrales del pueblo afrodescendiente, el respeto a su autonomía, cultura y costumbres, y la creación de escenarios participativos que propicien la igualdad de oportunidades para todas las personas afrodescendientes”.
«Estos son temas urgentes e impostergables si se quieren asegurar procesos equitativos e incluyentes que garanticen el derecho a la salud de todas las personas afrodescendientes», señala el informe.
Más datos
La OPS en su informe es clara en decir que ser afrodescendiente reduce la probabilidad de acceder a mejores empleos y remuneraciones. Por ejemplo, en Cali (Colombia), la segunda ciudad latinoamericana con mayor proporción de población afrodescendiente después de Salvador de Bahía en Brasil, ser afrodescendiente reduce la probabilidad de tener empleos de calidad media y alta alrededor de 1,5 por ciento e incrementa la posibilidad de tener un empleo de mala calidad en 2,8 por ciento.
Además, la brecha salarial es de 42% y, de esa proporción, 9% corresponde a características explicadas por diferencias en capital humano y 33% asociado a discriminación laboral.
Y si hablamos del trabajo doméstico en América Latina la OPS dice que es realizado por 7 millones de mujeres, de las cuales poco más de 4,5 millones son de origen indígena o africano o son migrantes.
Por otra parte, respecto a la educación, en Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Uruguay y Venezuela el nivel de asistencia a un centro educativo es menor en la juventud afrodescendiente de 18 a 24 años que en sus pares no afrodescendientes.
Así mismo, el color de la piel resultó ser un estratificador de las medidas de desigualdad más consistente y sólido que el basado en la identificación étnico-racial, especialmente para las poblaciones afrodescendientes de Colombia, Ecuador y República Dominicana.
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