Falta de interacción social en la nueva normalidad: ¿secuela de la pandemia?

El confinamiento generó muchas reflexiones sobre el distanciamiento emocional entre las personas. Expertos explican las herramientas de adaptación en medio de una nueva normalidad.

Redacción Gestarsalud

Volver a la normalidad que conocíamos antes del covid-19 era el mayor deseo de muchos hace más de un año cuando se experimentaron las primeras medidas de restricción como los toques de queda y el confinamiento obligatorio para evitar la propagación del contagio del nuevo coronavirus. Sin embargo, con el retorno a la presencialidad los efectos de la pandemia no se han hecho esperar en la interacción social ante el crecimiento exponencial de la vida virtual.

Ansiedad social post pandemia, cambios de actitud y expectativas de vida, entre otras secuelas de la virtualidad, son algunos de los nuevos ingredientes del acercamiento emocional en los diferentes escenarios como las escuelas, las empresas o ambientes de diversión donde la capacidad de adaptación sigue estando a la orden del día.

En este sentido, el psicólogo Felipe Villegas asegura que después de un año y medio de temor a salir de casa, rodeados de noticias e información alarmante de las cifras de contagios y fallecidos, es necesario entender que el sentimiento de ansiedad y temor a la normalidad es válido y recalca que “debemos tener un balance entre el miedo real por una pandemia y el miedo irreal y excesivo que es muy dañino”.

Por su parte, la psicóloga Catalina Martínez señala que es importante entender que las circunstancias actuales son diferentes a las del mes de marzo del año pasado cuando no había claridad sobre la severidad del virus, por eso recomienda que hay que ser conscientes que la nueva realidad nos va a permitir reducir la ansiedad o el miedo al volver a la cotidianidad antes de la pandemia.

Martínez anota que “hay personas que abiertamente reconocen temor de interactuar con otros porque no saben si la persona está vacunada o no; hay personas que no tienen conocimiento real ni objetivo de cuánto tiempo dura el virus en el organismo y que sea contagioso para otros, entonces cuando se enteran que alguien tuvo el virus no lo determinan, deciden aislar a esa persona por miedo al contagio. Ese estado de hipervigilancia y alerta hace parte de las secuelas en salud mental que ha dejado esta pandemia”.

Aunque Villegas señala que no se trata de ansiedad post pandemia, porque sería patologizar síntomas que son generalizados de la ansiedad social, se refiere a cuadros ansiosos frente a situaciones sociales: “Por ejemplo, conocer a nuevas personas, ser evaluados en público de forma negativa, entre otras que generan ansiedad excesiva en pacientes que probablemente tuvieron mejoría durante el aislamiento al no enfrentarse a estas situaciones y por eso tienen dificultades para retornar a sus tareas cotidianas, pero en definitiva los humanos somos una especie social que hemos formado un cerebro enfocado en los vínculos y en la vida relacional”.

Dificultades para retornar a los espacios sociales

Catalina Martínez, psicóloga consultada por Gestarsalud, señala que “los seres humanos como especie estamos acostumbrados a las rutinas, necesitamos de estas para funcionar y la pandemia nos llevó a generar nuevas rutinas. Por ejemplo, las personas que tienen hijos y trabajaron en casa o las que tienen mascotas tenían más espacios para compartir con ellas o personas que trabajaban en Bogotá y se fueron a su ciudad de origen a pasar tiempo con su familia crearon una rutina y ahora que aparece la presencialidad deben volver a ajustarse a los cambios y por supuesto implica algún aspecto traumático, pero que no dejará una huella irreparable”.

Para Villegas algunas personas que descubrieron grandes beneficios en la virtualidad pueden considerar que el regreso a la presencialidad es un capricho  y se plantean la posibilidad de no hacerlo antes que exponerse a la adaptación que implica el retorno , sin embargo, recalca:  Tenemos que entender que ese momento en que nos contactamos con el otro, en el que compartimos, en el que somos empáticos y recibimos empatía, en el que nos soportamos y acompañamos es absolutamente necesario e imprescindible para una buena salud mental”.

¿Interactuar o no interactuar?

Luego de más de un año de confinamiento causado por la pandemia del covid-19, son muchas las reflexiones que resultan de esta experiencia que generó incertidumbre y cambió planes y expectativas de vida en medio de la virtualidad. Sin embargo, Catalina Martínez, considera que las relaciones humanas cambiaron de forma, pero no de fondo.

“Recobrar los vínculos se dará de forma natural a medida que nos expongamos a las relaciones presenciales. A pesar del encierro prolongado, se favorecieron nuevos canales de comunicación entre familias y grupos de trabajo. En este momento, la confianza es fundamental para lograr relaciones efectivas y duraderas”, manifiesta Martínez.

Finalmente, Felipe Villegas recomienda reconocer que lo que genera ansiedad puede estar bajo control, no caer en la trapa de la hiper vigilancia y poner condiciones para interactuar con las personas.

“Los seres humanos necesitamos socializar, los somos por naturaleza y la única forma de recobrar la confianza es decirle al otro cuál es nuestro temor, escuchar lo que le preocupa al otro, eso va a permitir disminuir la ansiedad al estar rodeados de otras personas, aunque no tenemos el control de cada situación, es importante tener claro los avances de la situación actual para socializar como lo hacíamos antes de que comenzará la pandemia”, puntualiza Villegas.

Consejos para controlar la ansiedad al volver a la vida social:

  1. Entender que la ansiedad es un proceso normal en este punto de la pandemia.
  2. Vivir el aquí y el ahora, es decir reflexionar sobre mi situación actual frente al virus, por ejemplo, si ya recibí la vacuna.
  3. Sentir que somos los responsables de los cuidados frente al virus permite tener el control de los sentimientos, sensaciones y estrategias frente al miedo.
  4. Hacer ejercicio y utilizar técnicas de relajación como la respiración.
  5. Activar redes de apoyo con la familia y los amigos.
  6. Levantar la mano y pedir ayuda al especialista para prevenir cuadros de ansiedad más severos o depresión.

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