Las cosas ya no son iguales, ni en los modos de crianza ni en la alimentación. «Cuando yo era pequeña era determinante que me tomara la sopa. De hecho, me daban sopa y no ensalada cruda. Era una regla de oro para una buena alimentación. En la actualidad ya no es así. La primera vez que mi mamá me acompañó al pediatra, para una consulta con mi hijo, casi muere al escuchar que la sopa no alimenta y que, por el contrario, las dietas a base de sopas promueven la mal nutrición de los niños», asegura Desireé Manrique, quien en la actualidad rechaza que la alimentación de los niños se centre en sopas.
En realidad, no hay un dictamen al respecto. Por un lado, resultan ser un alimento ideal como fuente de hidratación, por su alto contenido en agua, y por otro lado es un plato con pocas calorías, adecuado para prevenir la obesidad infantil. Pero, también puede afectar en el desarrollo del proceso de masticación y no permite que los niños conozcan el sabor y textura de cada alimento.
Al respecto, Dubravka Pérez, especialista en nutrición, dietista y experta en control metabólico explica que, aunque las sopas son un plato ideal para comenzar con la alimentación complementaria y comenzar a incluir alimentos nuevos, no debe ser una opción que se ofrezca más de tres veces a la semana.
Antes de satanizar las sopas, es necesario conocer el contexto del niño que las consume. Por ejemplo, si tiene alguna discapacidad, condición especial o problemas para comer
Lo ideal en una alimentación es consumir todos los nutrientes y minerales, o buena parte de ellos, en sus condiciones más naturales. En el proceso de transición de la lactancia materna o biberón hacia la alimentación complementaria es ideal que el niño aprenda a masticar bien los alimentos.
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«Las sopas son de consistencia muy blanda lo que ocasiona que los niños no cumplan con el proceso de masticación y no tengan un buen desarrollo de su mandíbula y formación de los dientes. Además, en las sopas se incluyen muchos carbohidratos y pocos vegetales, esto, a futuro, puede crear rechazo por los vegetales en los niños. Las sopas no tienen tanta fibra, por lo tanto, pueden ocasionar estreñimiento».
Dubravka Pérez, especialista en nutrición.
Los expertos en nutrición coinciden en que, con el calor, el líquido de cocción y el licuado, todos los nutrientes se van destruyendo, disolviendo y perdiendo. Por tanto, entre menos cocción, picado, licuado y procesamiento tengan los alimentos, mejor será la nutrición.
Sin embargo, y en un panorama con más posibilidades y opciones la idea no es eliminar las sopas del esquema alimenticio de los niños. Ofrecerlas sin excesos también resulta favorable.
Adriana Cadena, nutricionista con especialidad en pediatría de la Clínica Colombia de Colsanitas, realiza las siguientes cuatro recomendaciones para tener una adecuada alimentación con sopas en los niños:
1. La sopa no es un enemigo.
Este plato de comida es un complemento ideal a los seis meses de vida, pero luego de los ocho meses se debe optar por hacer sopas más espesas, con consistencia más gruesa y con aporte de proteínas como carne, pollo o pescado, ya que en esos meses el sistema digestivo permite masticar. En este sentido se debe evitar licuar, por ejemplo, en vez de procesar la carne la puede incluir molida.
2. Pierda el miedo a los alimentos enteros.
Muchos de los padres o cuidadores siguen dando sopas y licuados muy procesados por riesgo a que los bebés se atoren. En su crecimiento, recibir alimentos sólidos les brinda nuevos sabores, texturas y tamaños de las porciones. Además, quedarse con el licuado no va generar un aporte nutricional completo.
3. La sopa pierde su valor nutritivo.
Estudios sobre la situación nutricional en la población menor de dos años en Colombia, indican que existe un déficit de hierro, para combatir esto, es indispensable que los niños consuman carne de res, pollo y pescado menos licuados y cocinados ya que pierden sus nutrientes y justamente
4. Una sopa con aporte nutricional es posible.
El éxito está en que su tiempo de cocción no supere los 5 minutos, para que las verduras no pierdan sus nutrientes. Asimismo, el aporte calórico debe ser con un solo carbohidrato y el uso de agua debe ser mínimo.
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Los nutricionistas afirman que la mejor hora para que los niños tomen sopa es por la noche. Por su escaso aporte calórico y su efecto saciante, la sopa es la cena ideal, fácil de digerir y también fácil de comer.