De estos, 12.500 perdieron a su madre y 42.800 a su padre, según un estudio publicado por The Lancet.
Redacción Gestarsalud
No es un secreto que la pandemia del covid-19 ha dejado secuelas devastadoras en la humanidad y los niños no podrían ser una excepción. De hecho, según un estudio publicado en ‘The Lancet’, al menos 5 millones de niños han perdido a un padre o cuidador a causa del covid-19 a nivel mundial.
El estudio indica que el número de niños afectados por la muerte del cuidador principal a causa de covid-19 aumentó en un 90 por ciento a nivel mundial, lo que quiere decir que por cada muerte reportada por covid-19, al menos un niño experimentó la orfandad o la muerte de su cuidador.
Los investigadores señalan que las consecuencias potenciales de la pérdida de los padres o cuidadores para los niños son catastróficas y duraderas, e incluyen la institucionalización, el abuso, los problemas de salud mental, el embarazo adolescente y las enfermedades crónicas e infecciosas.
Según los datos estimados por el estudio para Colombia, entre el 1 de marzo de 2020 y el 30 de abril de 2021 cerca de 55.300 niños quedaron huérfanos tras perder a sus padres o cuidadores: 7.500 de 0 a 4 años, 11.700 niños de 5 a 9 años y 36.100 de 10 a 17 años.
De estos 55.300 niños afectados, 12.500 perdieron a su madre y 42.800 a su padre.
El estudio que tuvo como objetivo modelar los aumentos en el número de niños afectados por la orfandad asociada con covid-19 y la muerte del cuidador explica que los «hallazgos sugieren una necesidad urgente de respuestas pandémicas para priorizar a los niños afectados por la muerte de padres y cuidadores. Las estrategias nacionales eficaces deben adaptarse a la edad de los niños y las circunstancias de la pérdida”.
Cabe resaltar que se estimaron datos para 21 países: Colombia, Argentina, Brasil, Inglaterra y Gales, Francia, Alemania, India, Irán, Italia, Kenia, Malawi, México, Nigeria, Perú, Filipinas, Polonia, Rusia, Sudáfrica, España, Estados Unidos y Zimbabue.
Sin embargo, es importante resaltar y tener en cuenta que este estudio no es absolutamente preciso. “Se trata de modelos basados en supuestos que no siempre son exactos porque dependen del dato original. Pero es un ejercicio para aproximar el problema”, le explicó a Gestarsalud el Intensivista pediatra y profesor universitario Pablo Vásquez Hoyos.
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Qué dicen las cifras y qué implicaciones tienen
Como primer punto los autores del estudio explican que los hallazgos destacables fueron las elevadas proporciones de pérdida paterna en comparación con la materna ya que tres de cada cuatro niños afectados por la orfandad perdieron a sus padres.
Este aumento de los riesgos de muerte paterna para los hijos parece estar relacionado con tendencias de fertilidad tardía y un mayor riesgo de muerte por covid-19.
Así mismo, los autores resaltaron la desproporcionada orfandad entre los jóvenes adolescentes que representan dos de cada tres niños cuyos padres fallecieron.
“La cantidad mínima acumulada de niños afectados por la orfandad y la muerte del cuidador asociada al covid-19 superó la cantidad notificada de muertes por covid-19”, resaltaron los autores.
La evidencia que aborda la muerte de los padres y cuidadores indica que todas las edades son muy importantes, pues todos los niños experimentan duelo y también pueden enfrentarse a un cuidado inadecuado, cambios en el estado de ánimo del padre o cuidador sobreviviente, inseguridad alimentaria, vivienda marginal y desintegración familiar.
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Estos efectos, las necesidades y las vulnerabilidades asociadas varían según la edad. Por ejemplo, los niños más pequeños en duelo necesitan cuidados inmediatos a tiempo completo y apoyo continuo para el desarrollo de la primera infancia, y la calidad de la atención afecta el desarrollo, la salud y la salud mental posteriores.
Por su parte, los adolescentes enfrentan riesgos posteriores a la orfandad (que varían según el contexto), incluida la violencia sexual, la explotación, la infección por VIH, suicidio, trabajo infantil, embarazo adolescente, separación de la familia, pobreza del hogar y abandono de la escuela para cuidar a los hermanos menores.
“Nuestro hallazgo de que los adolescentes tenían más probabilidades de perder a un padre o cuidador puede informar las prioridades para los planes nacionales. Este grupo de edad se beneficia de los enfoques de crianza o cuidado centrados en la comunicación, la conexión y la supervisión, y una buena crianza o cuidado aumenta la confianza, la resiliencia y reduce los comportamientos de riesgo”, enfatizaron los autores.
Así las cosas las intervenciones para adolescentes basadas en evidencia, que combinan la crianza positiva con el fortalecimiento económico, la educación, las habilidades para la vida y los servicios, son eficaces para prevenir la violencia, otras vulnerabilidades sociales, el embarazo adolescente, el matrimonio infantil y la infección por el VIH, menciona el estudio.
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