Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la nutrición es la ingesta de alimentos en relación con las necesidades dietéticas del organismo. Una buena nutrición (una dieta suficiente y equilibrada combinada con el ejercicio físico regular) es un elemento fundamental de la buena salud de las personas. Hoy, el mundo conmemora el Día Mundial de la Nutrición, una fecha ideal para recordar cuán importante es una nutrición adecuada en cada una de las etapas de la vida.
Conversamos con Romina Sánchez, nutricionista, especialista en obesidad y cirugía bariátrica, para conocer sobre la manera de tener una nutrición adecuada. La experta asegura que lo primero que hay que hacer para saber que una persona está correctamente nutrida es una valoración del estado nutricional, que se debe hacer a través de dos vías:
- Valoración antropométrica: se hace a través de la contabilización de datos de medidas, circunferencias e índice de masa muscular. Existen varios tipos de valoraciones, entre las que se encuentra la Bioimpedancia, que es un mecanismo seguro, económico, preciso y no invasivo que proporciona datos sobre la composición corporal de una persona. «A través de este mecanismo se puede ver la cantidad de grasas, de músculos, de agua. Conocer cuál es el porcentaje de cada elemento nos permiten saber si las personas tienen exceso o no de tejido graso, porque lo ideal es tener un equilibrio en todos estos componentes».
- Analítica de la sangre: el estado nutricional también se puede evaluar en la analítica de la sangre, por este mecanismo se avalúa más la parte metabólica y no tanto antropométrica. Conocer cómo están valores como los triglicéridos, colesterol y las enzimas hepáticas. Muchas veces las condiciones de peso y talla no concuerdan con la analítica sanguínea o viceversa. En este sentido, resulta importante combinar ambos datos para tener una valoración más completa.
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La experta asegura que en los niños los controles mensuales, antes del primer año de edad, y posteriormente anuales hasta, al menos, los cinco años de edad, son determinantes para hacer un seguimiento de posibles signos de alarma de cara a una malnutrición.
«Pensemos que cualquier desarrollo de enfermedad tiene un porcentaje genético importante, pero el porcentaje mayor está la epigenética: todo lo que rodea y hace la persona puede determinar o no una enfermedad y aquí va incluida la alimentación. Una malnutrición o desnutrición oculta, que es la deficiencia de minerales y micronutrientes, se puede detectar con simples signos clínicos: caída del cabello, mucosas pálidas, cansancio, dificultad en la atención, debilidad, susceptibilidad a infecciones, tono de piel, tono de uñas, tono de labios, la forma de respirar. Los controles pediátricos son determinantes».
A consideración de la doctora Romina, en la edad adulta nunca es tarde para cambiar hábitos alimenticios. Asegura que no es necesario tener manifestaciones clínicas de una patología para empezar cambios. Lo ideal es poder prevenir y para hacerlo es importante partir de una nutrición adecuada. En este sentido, explica que una alimentación desnutrida no es más que aquella en la que faltan nutrientes y que está basada en productos y no en alimentos.
«Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la alimentación debe estar centrada en alimentos (macronutrientes) no en calorías. Los productos envasados en paquetes, con etiquetado y con más de cinco ingredientes no son recomendados».
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Para la especialista, la mejor alimentación, que previene enfermedades en la edad adulta, es aquella basada en plantas. «Se habla mucho de las Blu Zone, como las zonas azules del planeta donde hay más longevidad saludable, sin patologías. Estudios comparativos hallaron qué cosas había en común en todos estos lugares longevos (Okinawa, Costa Rica, California, Grecia, Cerdeña) y se encontraron con gente adulta que tiene una actividad física moderada diaria, una alimentación basada en plantas y productos locales y con una alta ingesta de pescado y semillas«.
Pensando en una alimentación saludable, que permite envejecer dignamente y con salud, la alimentación basada en plantas, con muy poca ingesta de origen animal (carnes rojas), con una actividad física moderada e incluso momentos de meditación y/o respiración, es lo ideal.
Según la Dra. Romina, no se trata sólo de alimentarse bien, sino de lograr una integración holística: alimentación, actividad física, control de estrés. Este trío de condiciones, cuando se conjugan de manera adecuada, le ofrece al cuerpo un estado de nutrición adecuado y de estado de salud ideal.
Esta es la única forma de cuidar la microbiota (bacterias intestinales) que absorben los nutrientes y produce vitaminas y mayor cantidad de serotonina (hormona del bienestar). La microbiota se altera comiendo carnes rojas en exceso, ingiriendo demasiados productos procesados, alcohol, medicamentos, antibióticos y con una vida alta en estrés. “No se trata de dejar la carne, sino que la base de la dieta esté basada en lo vegetal (frutas, frutos secos, vegetales, semillas)”, sentencia la experta.