Israel, el pequeño país asiático, ubicado en el Medio Oriente, ha demostrado una impresionante organización y eficiencia en la labor de inmunizar a su población contra la COVID-19. Su estrategia nacional de vacunación arrancó el 19 de diciembre y a la fecha ha alcanzado la inoculación de más de 5 millones de vacunados (53 % de su población) con las dos dosis exigidas. Este logro le ha permitido levantar la medida que exigía el uso de mascarilla al aire libre.
Los números en Israel, que no alcanza a tener 300 enfermos graves por el nuevo coronavirus, son contundentes y envidiables. El número de nuevos casos diarios se ha reducido de forma drástica. Si el 18 de enero llegó a los 10.021, en las últimas jornadas apenas alcanza los 200 de media. Trece meses después de que un hombre de 88 años se convirtiera en el primer muerto por el virus, el balance total mortal del país se sitúa sobre las 6.300 muertes.
Aunque aún el uso de tapabocas en Israel es obligatorio en todos los espacios cerrados, al aire libre ya es permitido andar sin el accesorio. Desde ayer, dejó de ser obligatorio el uso de tapabocas al aire libre. Y es que, desde enero, cuando Israel registró un pico de 10.000 casos diarios a pesar de la campaña de vacunación, la curva ahora comenzó a descender, razón por la cual las autoridades permitieron la reapertura de bares, restaurantes y cafeterías a principios de marzo.
El ministro de Sanidad, Yuli Edelstein, el viernes 16 de abril dio las instrucciones para derogar la norma, que imponía el uso de mascarilla al aire libre. Ante la baja tasa de contagios en ese país, el riesgo de contraer el virus en áreas abiertas es muy limitado, coinciden los expertos. Sin embargo, Sanidad enfatizó que el uso de mascarilla en interiores seguirá siendo obligatorio, ya que el riesgo de infección en espacios cerrados es más alto.
Asegura el New York Times que, así como Israel se convirtió en un laboratorio del mundo real para la eficacia de la vacuna, ahora se está convirtiendo en un ensayo para una sociedad posconfinamientos y posvacunación. Ahora, el país otorga una membresía, llamada Green Pass (pase verde): un documento que se puede descargar y llevar en el celular y que se traduce a que el ciudadano que la porta ya está totalmente vacunado contra la COVID-19.
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Israel es la muestra de que, hasta el momento, no hay mejor camino que la vacunación para erradicar o tomar el control de una vida libre de amenazas, al menos, frente al SARS-CoV-2.
«Quienes cuentan con el pase verde pueden cenar en el interior de los restaurantes, hospedarse en hoteles y asistir con miles de personas a eventos culturales, deportivos, religiosos y otros espacios, ya sea al aire libre o en interiores. Pueden, incluso, casarse en salones de bodas. Periódicos y cadenas de televisión locales anuncian vacaciones de verano para quienes estén completamente vacunados a países preparados para recibirlos, como Grecia, Georgia y las Seychelles».
El pase verde se puede descargar en el celular desde la página web del Ministerio de Salud Pública. También es posible solicitarlo a un número de teléfono en la central del ministerio y recibirlo en el correo electrónico o por fax. La constancia de vacunación fue lanzada por el Ministerio de Salud Pública el 18 de febrero. El encargado de esa cartera recalcó «la importancia de poder ingresar a diversos establecimientos gracias a la constancia de que uno está vacunado. Con el pase verde podremos salir de donde estamos ahora, volver gradualmente a las actividades y retomar la normalidad».
Las autoridades sanitarias de Israel siguen evaluando las condiciones del país y el comportamiento del nuevo Coronavirus. Plantean la posibilidad de levantar la medida del uso de tapabocas en todos los lugares para mayo, pero todo dependerá de los resultados de casos, vacunación y muertes.
Si bien Israel es un país mucho más pequeño que Colombia, el cumplimiento de las normas de bioseguridad y la confianza en la vacuna contra la COVID-19 le está permitiendo ser ejemplo para el mundo en la forma cómo controlar esta enfermedad.