Los antibióticos son sustancias químicas producida por un ser vivo o derivado sintético, que mata o impide el crecimiento de ciertas clases de microorganismos sensibles. Generalmente, son fármacos usados en el tratamiento de infecciones por bacterias, de allí que se les conozca como antibacterianos. A finales del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pronunció sobre el uso indiscriminado y poco controlado de estos fármacos en el mundo. Tal vez un intento de controlar los síntomas de COVID-19 llevaron al aumento considerable de casos.
En aquel momento, Tedros Adhanom Ghebreyesus, líder de la OMS alertó sobre un fenómeno de resistencia antimicrobiana, que amenaza con destruir un siglo de progreso médico. Advirtió que la situación podía llegar a ser más complicada que la misma pandemia si no se controlaba la ingesta de este tipo de medicamentos.
En Colombia, a diferencia de otros países del mundo, no se exige un documento autorizado por un especialista en medicina para vender un antibiótico.
En 2016 fue archivado el Proyecto de Ley por medio del cual se establecían medidas dentro del Sistema General de Seguridad Social en Salud para reglamentar, entre otras cosas, la venta de antibióticos y su adecuado uso. Y es que la libertad que se da en el país al momento de comprar un fármaco de este tipo sugiere la siguiente pregunta: ¿Existen razones o condiciones que permitan consumir antibióticos sin prescripción médica?
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La respuesta es no, asegura sin titubear José Millán Oñate, presidente de la Asociación Colombiana de Infectología. En palabras del experto, no hay razón para usar antibióticos sin prescripción médica, porque los antibióticos, como la mayoría de los medicamentos, requieren de un adecuado juicio clínico y facultativo, capaz de reconocer los síntomas y los signos de la infección. Es necesario antes de la prescripción hacer un diagnóstico y determinar la mejor opción de tratamiento.
«Además, resulta necesario vigilar las interacciones medicamentosas, los eventos adversos y establecer la duración de la terapia antibiótica, con el fin de disminuir la posibilidad de resistencia bacteriana. En Colombia no está prohibida la venta libre de antibióticos y es una de las prácticas más peligrosas. No se debería hacer, lo correcto es que haya mecanismos para controlar la venta de este tipo de medicamentos».
Asegura el doctor Oñate que la mayoría de las personas deciden tomar antibióticos para atacar una infección viral- que es la más frecuente. Esto genera una falsa expectativa en la persona e incrementa los costos del tratamiento; por los eventos adversos que pueden presentarse en el futuro inmediato, por la posibilidad de generar resistencia bacteriana en el organismo. Las infecciones virales no se atacan con antibióticos, se atacan las infecciones bacterianas.
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«Si las interacciones medicamentosas no se conocen ni sus contraindicaciones de uso, cuya información debe ser resultado de una consulta con el médico, lo recomendable es no consumirlos. De ahí la importancia del acceso a la salud de manera rápida y oportuna».
Las estadísticas más serias y confiables que se han conseguido en el país afirman que, antes de la pandemia, el 28 % de los colombianos que compraban un medicamento lo hacían sin receta del doctor. Es decir, automedicados. Hoy, en medio del virus, se calcula que esa cifra llega al triple, el 80 %.