No dormir bien debilita el sistema inmunológico y facilita el contagio de infecciones

El sueño es tan importante como comer. La ciencia describe el sueño como una parte integral de la vida cotidiana; una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento. El sueño ha sido y sigue siendo uno de los enigmas de la investigación científica, y aun a día de hoy, hay grandes dudas sobre él.

La pandemia ha evidenciado que el sueño está íntimamente relacionado con el estrés, las preocupaciones y el estado de la mente. En entrevista con Isabel Restrepo, neuróloga clínica, la experta confirmó que un 75 % de sus pacientes (a su consulta acuden 1.300 personas) ha reportado tener problemas con el sueño durante el último año. El insomnio representa el 30 % de los diagnósticos en este sentido.

Cuando no dormios, explica la experta, se acelera la muerte de las neuronas o células del cerebro. “Las personas experimentan muchos cambios en su estado de ánimo: son personas irritables, tienen falta de energía, falta de memoria; poca capacidad de concentración y tienen menor rendimiento académico y laboral».

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No hay un patrón de sueño para cada persona. Estudios coinciden en que la mayor parte de la población mundial debe dormir entre 7 y 8 horas diarias, sin embargo, hay un grupo de personas- que es la minoría de la población mundial- que con 5 horas de sueño se siente descansada. Otro grupo de personas, que se consideran dormidores largos, requieren entre 9 y 11 horas de sueño para poder reparar su organismo. Todo depende de qué tan enérgica y descansada se sienta la persona con las horas de sueño obtenida durante la noche; más allá de los estándares establecidos.

La doctora Isabel Restrepo ofrece algunas recomendaciones para lograr un sueño reparador.

Factores determinantes en los problemas de sueño

  • Alteración de las rutinas de sueño y alimentación: al estar en la casa y tener el trabajo en el mismo lugar, no se almuerza a la misma hora. Las cenas se están dando más tarde, por ello las personas se acuestan llenas; eso afecta el sueño. «No nos despertamos ni nos acostamos a las horas regulares como cuando debíamos salir a trabajar.
  • Aumento de exposición a todo tipo de pantalla: al estar tan expuestos a pantallas disminuimos la producción de maletonina, que es la hormona del sueño.
  • Sedentarismo: el organismo no gasta la energía física que requiere.
  • Falta de exposición a la luz solar: al no estar expuesto a la luz del sol el cerebro no tiene claro cuando es de día y cuando es de noche y se le hace más difícil conciliar el sueño.
  • Aumento de estrés por preocupaciones asociadas a la parte económica y de salud.
Foto cortesía: terapiaensueno.com

Por su parte, y en concordancia con Restrepo, María Luisa Feijóo, (@terapiaensueno) psicóloga de la salud y especialista en sueño, asegura que el trastorno del sueño más común es el insomnio y para diagnosticarlo se requieren tres meses de no dormir, al menos, tres noches por semana. El insomnio se puede dar a partir de problemas para conciliar el sueño, problemas para mantenerlo o problemas para despertarse a la hora deseada. No todos los desajustes del sueño son trastornos, por ello es muy importante conocer los tiempos que duran los problemas y consultar al especialista. 

“Es indispensable, tanto para la salud física como mental y el rendimiento del día al día, conciliar el sueño.  A largo plazo el no dormir lo suficiente tiene riesgos para ciertos tipos de cáncer, riesgo de Alzheimer, sobre todo cuando se vuelve un problema crónico, aumenta tensión física, disminuye la capacidad del sistema inmunológico. Con el COVID es importante dormir bien para tener las defensas al máximo”.

Asegura que las personas que no duermen bien experimentan muchos cambios en su estado de ánimo: manejan mayores niveles de estrés y tienen un riesgo aumentado de padecer ansiedad, depresión, diabetes, hipertensión e infartos cardíacos.

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