Para muchos se trata de un fenómeno extraño, inusual e inexplicable. Otros, los más conocedores, saben que se trata de una masa de aire seco y cargado de partículas de arena, que se forma sobre el desierto del Sáhara al final de la primavera, el verano y principios del otoño y generalmente se mueve hacia el oeste sobre el océano Atlántico tropical, una vez cada año. Cuando ocurre, suele ser de corta duración: no dura más de una semana, pero la presencia de vientos alisios en ciertas épocas del año la hace más propensa a que pueda cruzar el Atlántico y recorrer más de 10.000 kilómetros.
Según la NASA, esta capa de aire sahariana tiene la intención de fertilizar la cuenca del Amazonas. Y es que el desierto más grande del mundo es vital para hacer florecer a la mayor selva tropical del planeta, gracias al fósforo presente en su arena, que es vital para la vegetación. Esta información ha sido confirmada por los datos presentados en un estudio publicado por la revista Geophysical Research Letters de la de la Unión Geofísica Americana.
La investigación ha permitido calcular que cada año se precipitan sobre la cuenca del Amazonas unas 22.000 toneladas de fósforo procedente del Sáhara, una aportación de fertilizante transcendental para el equilibrio de la vida vegetal en la selva tropical.
El fenómeno comenzó a observarse en el oeste de África hace una semana y recorrió más de 5.000 kilómetros hacia el Caribe, llegando a afectar a principios de semana el territorio continental de América.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA) pronosticó que la columna de polvo del Sáhara continuará moviéndose hacia el oeste a través del mar Caribe hasta alcanzar áreas del norte de Suramérica, Centroamérica y la costa del Golfo de Estados Unidos.
Venezuela fue uno de los primeros países de la región en alertar sobre el fenómeno. El polvo africano llegó a Caracas a principios de esta semana y nubló la visibilidad de la capital venezolana.
Este año la migración del polvo del Sáhara se ha vuelto más visible. Pocos sabían que se trata de un fenómeno que ocurre todos los años. Y es que, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), la ola de polvo de este año puede ser la más peligrosa del último medio siglo, pues se han detectado una de las concentraciones más altas de partículas de polvo nunca antes registradas en este fenómeno. Este año existe una importante presencia de vientos alisios en el momento que se ha generado, lo que la hace capaz de cruzar el Atlántico y recorrer más de 10.000 kilómetros.
El polvo del Sáhara llegó a Colombia
Ayer, varias ciudades del país evidenciaron una atmósfera distinta a la que habitualmente tienen. La respuesta la dio el experto en calidad del aire, Daniel Bernal, quien cerca del mediodía informó en su cuenta de Twitter que se trata de la llegada de las arenas del Desierto del Sahara. En su trino explicó que la red de monitoreo oficial de Bogotá muestra una mala calidad del aire, en especial por material particulado más grande de lo típico, lo que indica que es arena.
Por su parte, la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) informó que, «esta gran nube de polvo se está dirigiendo principalmente a la región del centro y del norte de América, pero podría incidir negativamente en algunas regiones de Colombia».
La SDA indicó que se prevé que el mayor impacto podría ser para la región Caribe, aunque la zona Andina sentirá el coletazo de este fenómeno. «La red de monitoreo de calidad del aire de Bogotá aún no registra incrementos atípicos en la concentración del material particulado, pero se espera un incremento de entre 50 y 75% en las concentraciones diarias, comparadas con las registradas durante los últimos días».
Luis Belalcazar, investigador de la calidad del aire, cambio climático y desarrollo sostenible, le dio la bienvenida al evento, calificándolo de “maravilloso fenómeno natural”. “Trae miles de toneladas de nutrientes (abono gratis, gracias). Aunque también afecta la calidad del aire”, sentenció.
Aunque el viaje del polvo del Sáhara tiene hasta la capacidad de frenar la intensidad de los ciclones que se producen en la zona del Caribe, su principal problema es que reduce drásticamente la calidad del aire, lo que puede afectar de manera directa a personas con problemas respiratorios o de alergias. Los pulmones, los ojos y la piel son los principales órganos afectados por ella, coinciden los expertos.