Según un estudio, la actividad física puede prevenir hasta en un 31 por ciento las enfermedades infecciosas y aumentar la inmunidad.
Redacción Gestarsalud
Con el fin de examinar la asociación entre la actividad física y el riesgo de enfermedades infecciosas, así como también evaluar la respuesta inmunitaria a la vacunación, un estudio publicado en ‘Sports Medicine’ reveló que, a grandes rasgos, la actividad física es capaz de reducir el riesgo a contraer enfermedades infecciosas, disminuir la mortalidad por estas mismas enfermedades, fortalecer el sistema inmunitario y aumentar el efecto protector de la vacunación.
Este estudio parece ser muy pertinente sobre todo en estás épocas, teniendo en cuenta que el escenario más probable para los próximos años es que el covid-19 será otra enfermedad infecciosa como la gripe, y de la cual tendremos que protegernos continuamente.
Pero para entender mejor esto es necesario poner sobre la mesa un ejemplo específico: las infecciones del tracto respiratorio inferior y la neumonía representan más de 4 millones de muertes al año y las infecciones del tracto respiratorio superior se ubican como la principal enfermedad en el mundo.
Y precisamente estas infecciones son causadas por virus o una combinación de virus y bacterias que se convierten en enfermedades muy contagiosas que se propagan rápidamente y que por consiguiente pueden dar lugar a epidemias y pandemias como en el caso del covid-19.
“En nuestro estudio, recopilamos y revisamos sistemáticamente toda la evidencia disponible relacionada con el efecto de la actividad física sobre el riesgo de enfermar y morir por enfermedades infecciosas como la neumonía, una causa frecuente de muerte por covid-19, sobre el funcionamiento del sistema inmunológico”, explican los autores.
Esto quiere decir que hacer actividad física puede sumarse de manera indiscutible a la larga lista de medidas de prevención contra el covid-19.
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¿Cuáles fueron los hallazgos más importantes del estudio?
En este estudio se hallaron tres conclusiones importantes. La primera fue que realizar actividad física regularmente, de moderada a vigorosa, se asoció con una reducción del 31 por ciento del riesgo de enfermedades infecciosas adquiridas en la comunidad y una reducción del 37 por ciento del riesgo de mortalidad por estas mismas enfermedades.
La segunda fue que realizar actividad física se asocia con una mayor fuerza de la barrera inmunitaria de la mucosa (inmunoglobulina IgA salival) y una mayor concentración de células inmunitarias que preparan, organizan, regulan y efectúan la inmunidad en el cuerpo (células T CD4).
“Las intervenciones de actividad física que duraron en promedio 12 semanas e incluyeron ejercicios aeróbicos (caminar, correr, andar en bicicleta) o resistencia o actividad aeróbica y de resistencia combinada administrada de tres a cinco veces por semana durante un promedio de 30 minutos a una intensidad moderada a vigorosa dieron como resultado concentraciones más altas de ayudantes de células T-CD4 e inmunoglobulina IgA salival, y una concentración más baja de neutrófilos”, explicaron.
Y como tercera conclusión se encontró que realizar actividad física podría potenciar el efecto de la vacunación. Sin embargo, los datos sugieren que podrían ser necesarios programas regulares de actividad física que impliquen alrededor de 150 minutos por semana durante 20 semanas antes de la vacunación para lograr este efecto.
No obstante, es probable que la respuesta a la actividad física regular varíe entre diferentes vacunas y en diferentes poblaciones.
“El presente metaanálisis demuestra que la actividad física regular aumenta significativamente los niveles de anticuerpos después de la vacunación, incluso en adultos mayores. Esto es consistente con la conclusión de una revisión del efecto del ejercicio crónico sobre la inmunización”, indicaron los autores.
Así las cosas, la actividad física es una gran aliada para aumentar la resistencia a las enfermedades infecciosas en la población general. Por ello los autores enfatizan que se debe promover este hábito en la población general para disminuir el riesgo de infecciones adquiridas y la mortalidad por estas mismas enfermedades, así como fortalecer los programas de inmunización y ayudar a disminuir el impacto de pandemias como la del covid-19.
“Ahora es más importante que nunca que los gobiernos y los profesionales de la salud impulsen a todos los sectores de la sociedad a promover la actividad física”, explican los autores.
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Cómo puede el ejercicio evitar enfermedades
Según el estudio hay tres mecanismos que hacen de la actividad física una medicina eficaz contra las enfermedades infecciosas.
En primer lugar, que la actividad física protege contra los factores de riesgo de infección grave y mortal como obesidad o diabetes.
“Las personas físicamente activas tienen menos probabilidades de desarrollar obesidad, diabetes y afecciones respiratorias y cardiovasculares. Los estudios epidemiológicos han demostrado que el covid-19 y otras enfermedades infecciosas respiratorias son más graves para las personas que padecen estas afecciones”, explican los autores.
En segundo lugar, la actividad física también reduce el estrés y la inflamación crónica, lo que a su vez reduce la probabilidad de infecciones adversas y mortales.
Y como tercer lugar, que el sistema inmunológico se hace más fuerte si estamos físicamente activos.
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¿Cómo se llevó a cabo el estudio?
Este estudio se llevó a cabo por medio de una revisión sistemática y un metaanálisis de acuerdo con las guías PRISMA. Allí se realizaron búsquedas en siete bases de datos hasta abril de 2020 en busca de ensayos controlados aleatorios.
“Encontramos pruebas consistentes y convincentes en seis estudios en los que participaron más de medio millón de participantes de que cumplir con las pautas recomendadas para la actividad física (30 minutos de actividad, cinco días a la semana) reduce el riesgo de enfermarse y morir de enfermedades infecciosas en un 37 por ciento”, mencionaron.
Allí se tuvieron en cuenta estudios observacionales prospectivos si comparaban grupos de adultos con diferentes niveles de actividad física y el recuento informado de células del sistema inmunitario, la concentración de anticuerpos, el riesgo de infecciones diagnosticadas clínicamente, el riesgo de hospitalización y mortalidad por enfermedades infecciosas. Y se excluyeron los estudios en los que participaron deportistas de élite.
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