Podría pasar por un hábito, desagradable en ocasiones, pero normal. Es realmente común ver a personas con las manos en la boca, acabando con cualquier insinuación de uñas o piel que haya en sus dedos. Pero, resulta que esta conducta tiene una razón de ser y sus manifestaciones deberían tomarse muy en serio.
Se considera onicofagia al hábito compulsivo de comerse las uñas. Aseguran los expertos que con el tiempo incluso puede provocar múltiples lesiones físicas: problemas dentales, deformación de la cutícula, formación de verrugas, infecciones, afectación por hongos o bacterias y hasta la elevación de los bordes laterales de los dedos.
Según describe el Centro de Psicología Psicoadapta, en los casos más graves, las consecuencias pueden alcanzar la pérdida total de la uña. Es una conducta frecuente entre niños y adolescentes, que tiende a desaparecer en la edad adulta, aunque no todas las veces es así.
Lea también: seis preguntas que le permitirán conocer sobre el trastorno de ansiedad
Su aprendizaje comienza generalmente en la niñez por observación de otras personas practicando este hábito. Pasado el periodo de la niñez, y ya en la adolescencia, morderse las uñas puede verse modificado por otro tipo de conductas; como morder el bolígrafo, mover el pelo, fumar, etc.
Por lo general, las personas que se muerden las uñas coinciden en la afirmación de que no pueden controlar este hábito, no tienen conciencia de que lo están realizado y cuando lo están llevándolo a cabo tienen serias dificultades para parar.
Si bien la onicofagia es rara antes de la edad de los tres años, el 30 % de los niños entre 7 y 10 años de edad y el 45 % de los adolescentes tienen este hábito. En los adultos, la prevalencia disminuye.
Lea también: trastorno de estrés postraumático por efectos de la pandemia debe ser tratado como un problema de salud pública
Las cifras pueden variar en diferentes estudios, y esto podría estar relacionado con las diferencias geográficas y culturales. La proporción de personas que alguna vez tuvo este hábito puede ser mucho mayor que la proporción de personas que tienen el hábito en la actualidad.
A pesar de que la onicofagia no parece tener más incidencia en hombres o mujeres, los resultados de los estudios epidemiológicos enfocados en este aspecto no son completamente confiables. Muchos de los estudios pueden subestimarse, ya que las personas tienden a negar o ignorar sus hábitos negativos, lo que complica el diagnóstico.
Expertos de la Universidad Veracruzana, en México, aseguran que, en muchos casos, la onicofagia es sólo una rutina mal adquirida, sin embargo, otras veces es la manifestación de perturbaciones mayores, como el trastorno de ansiedad generalizada; enfermedad que requiere de atención psicológica especializada.
«Lo más importante para desprenderse de este hábito es tener la convicción de querer hacerlo. Debe hacerse consciente que una costumbre de este tipo se activa cuando atravesamos un episodio de estrés o depresión, brindándonos una sensación placentera, no obstante, es forzoso ponerla en perspectiva frente a las motivaciones y los beneficios que proporcionaría el abandonarla».
Lea también: así puede reducir la carga de ansiedad generada por la sensación de inseguridad
Guía para superarlo
1. Establezca una fecha límite para eliminar este hábito resulta de gran utilidad.
2- Sea autocrítico y reconocer que las manos lucen descuidadas posteriormente a mordérsela, además de afectar la salud.
3. Póngase alerta y trate de controlar los impulsos que le conducen una y otra vez a esta práctica nociva. Al principio será difícil, claro, pero poco a poco se irá dando cuenta que si se lo propone puede concretarlo.
Según explican los expertos de Psicoadapta, para eliminar este hábito existen distintos métodos. En los casos más recurrentes la terapia psicológica ayudará al paciente a modificar esta conducta por otra menos dañina que le ayude a controlar su ansiedad. Además, el sujeto conocerá las causas que le llevan a realizar el acto de morderse las uñas y por tanto lo que debe hacer para solucionar el problema, pues detrás de este gesto puede existir algún problema psicológico de importancia.