Los medicamentos más confiables y eficaces no pueden ser privilegio de unos pocos, de ahí que el compromiso de la industria farmacéutica tenga como foco la innovación, encaminada a la búsqueda de soluciones sostenibles que garanticen el completo acceso de la población a tratamientos para enfermedades complejas, y contribuyendo con la transformación de los sistemas de salud.
En este sentido, la producción de biosimilares, fármacos equivalentes en propiedades, calidad, eficacia y seguridad a un medicamento biológico, juega un papel determinante. Los biosimilares se producen a partir de grandes moléculas obtenidas de proteínas naturales de bacterias, levaduras y células humanas, a través de procesos concebidos y ejecutados como prácticas responsables, bajo los más estrictos códigos empresariales.
Los avances científicos y tecnológicos hacen que los biosimilares sean tan efectivos como el medicamento de referencia, ofreciendo gran seguridad y eficacia ante el manejo de enfermedades complejas, a un costo mucho más asequible. Estos medicamentos son una alternativa sostenible, que impacta positivamente en la mejoría y prolongación de la vida de las personas.
Según Stefan Hendricks, jefe global de Biofarmacéuticos Sandoz, los medicamentos biosimilares han contribuido significativamente en el incremento del acceso de pacientes a sus medicamentos en Europa. Dos de los logros más importantes están relacionados con el hecho de liberar fondos en los sistemas de salud, a través de la competencia necesaria, y el aumento en el uso biológico en general.
Vanguardia biotecnológica
Los biosimilares son el futuro de la farmacología. Comparables con los medicamentos biológicos de referencia, se destacan por su complejidad y origen vivo, a diferencia de los medicamentos genéricos de estructuras más simples y que parten de una síntesis química. Es por ello que el proceso de manufactura de los biosimilares exige estándares innovadores establecidos desde el marco ético y meticulosidad adicional en los estudios necesarios para establecer su comparabilidad.
Para producir un medicamento biológico es necesario realizar modificaciones genéticas en las células vivas de origen para lograr que- mediante procesos de fermentación- se produzcan proteínas que puedan ser utilizadas en el tratamiento de algunas enfermedades complejas.
“Esto representa una gran ventaja en la investigación biomédica, ya que se ofrecen nuevas alternativas para combatir infecciones y dolencias que no podían ser tratadas. Sin embargo, estos procedimientos requieren una gran inversión en investigación y desarrollo, y, si a ello se le suma la exclusividad de la patente, todo podría culminar en un producto de difícil acceso para el público”.
Explica el experto de Sandoz que, al expirar la patente, distintos laboratorios pueden fabricar ese medicamento bajo el término biosimilar, ya que mantiene la calidad, la eficacia y la seguridad del producto de referencia, disminuyendo los costos de producción. De este modo, es mucho más asequible para los pacientes. “Por supuesto, al haber competencia se estimula la innovación y se impacta de forma positiva en la sostenibilidad de la sanidad humana mediante la optimización de los recursos”.