El tapabocas forma parte de la nueva normalidad, ocasionada por el nuevo Coronavirus. Es una de las tres formas, indicadas hasta ahora, como la mejor manera de evitar la propagación y contagio del virus. Sin embargo, usarlo no siempre resulta cómodo. Algunas personas aseguran que su uso prolongado causa hipoxia, o lo que es lo mismo, deceso de oxígeno en la sangre, producto del esfuerzo extra que implica respirar, sobre todo en algunas condiciones.
No hay evidencias científicas que lo demuestre. Jaime Barrio, miembro del Consejo Científico del Colegio Oficial de Médicos de Madrid (Icomem), le explicó a la agencia de noticias EFE que, aunque las mascarillas pueden generar sensación de ahogo, no hay evidencia alguna de que su uso produzca “hipoxia, acidificación del organismo o intoxicación por inhalación del propio CO2”.
Por el contrario, su estructura, sea de material quirúrgico o telas recomendadas para su fabricación, no están cerradas al paso de aire y, por el contrario, permiten que “entre el oxígeno y se elimine el dióxido de carbono”. El especialista aseguró que las mascarillas sí generan ciertas limitaciones durante la entrada habitual de aire, razón por la cual puede ser incómodas al momento de hacer ejercicio o un esfuerzo físico adicional, en virtud de la exigencia de oxígeno extra que demanda el cuerpo en esos momentos.
Los tapabocas están diseñados para filtrar partículas y micropartículas, como la saliva en sus distintas proporciones, pero no para filtrar gases. Aunque, en principio resulta difícil respirar con ellos, no hay implicaciones de salud relacionadas con su utilización.
Antonio Blanes, director de Servicios Técnicos del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, también le comentó a EFE que la sensación de dificultad respiratoria puede deberse a la falta de costumbre, al uso durante muchas horas seguidas, a la reutilización de las mascarillas sin tener en cuenta las indicaciones del fabricante o a la utilización de filtros o mascarillas que no cumplen las especificaciones técnicas y/o legales. Insiste que la sensación de ahogo está muy lejos de relacionarse con hipoxia.
Hasta la fecha las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud y entes sanitarios oficiales de todos los países del mundo recomiendan su uso, sobre todo en espacios públicos o frente a síntomas de enfermedad. Algunos lo han establecido como una obligación para retomar las rutinas habituales fuera del hogar. Las personas que tienen complicaciones respiratorias, alejadas del Covid-19, deben usarlo bajo supervisión de un acompañante responsable, sólo cuando sea necesario, a fin de evitar su contagio de la nueva enfermedad o de evitar contagiar a las demás personas.