El covid-19 deja poco tiempo para preparar a los niños en temas como la muerte de un padre o un cuidador.
Redacción Gestarsalud
Durante la pandemia de covid-19, más de 1,5 millones de niños en todo el mundo han experimentado la muerte de uno o ambos padres y otro medio millón sufrió la pérdida de un abuelo cuidador que vivía en su propia casa, según estimó un estudio de los fondos de Investigación e Innovación del Reino Unido, el Instituto Nacional de Investigación en Salud del Reino Unido, Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. y el Imperial College London, publicado hace poco en ‘The Lancet’.
El estudio se desarrolló usando datos de mortalidad, fertilidad y tasas de muertes asociadas a covid-19 de cuidadores primarios (padres y abuelos con custodia) o secundarios (abuelos co-residentes o parientes mayores de 60 a 84 años) de niños menores de 18 años en 21 países.
De acuerdo con los resultados, los investigadores manifiestan que la orfandad es una pandemia oculta a la que se le debe prestar atención inmediata, ya que trae consecuencias graves en la salud mental de los niños, niñas y adolescentes debido a la posibilidad de presentar traumas o problemas socioeconómicos de gran importancia como estrés post traumático, depresión, ansiedad, abuso de consumo de sustancias e intentos de suicidio; e incrementar el riesgo de embarazo adolescente y enfermedades infecciosas.
Colombia no es la excepción y se estimó que más de 33.293 niños perdieron a uno de sus padres o abuelos a causa del covid-19 y el manejo del duelo en los pequeños se hace clave en las familias.
Y entonces, ¿cómo ayudar a las niñas, niños y adolescentes a enfrentar el duelo? Gestarsalud consultó un profesional de la Fundación Otero Liévano para brindar recomendaciones, teniendo en cuenta que esta población afronta el duelo de manera diferente que los adultos y jugar puede ser un mecanismo de defensa para evitar que se sientan abrumados.
Para empezar, se debe entender que después de perder un ser querido un niño puede pasar de llorar un minuto a jugar el siguiente y sus cambiantes estados de ánimo no significan que haya terminado su período de duelo, según Leidy Laverde, Coordinadora del Eje Psicosocial de la Fundación Otero Liévano, organización que trabaja en acciones para atender a niños, niñas, adolescentes y jóvenes en sus ciclos de desarrollo, aportando a las políticas públicas de infancia y adolescencia, respondió nuestro cuestionario.
¿Desde qué edad los niños comienzan a manifestar el duelo y por qué?
Desde temprana edad, todo depende de la relación que el niño o la niña llegue a tener con la persona que haya fallecido. Un niño desde cero años puede sentir esa sensación de abandono si quien muere es el papá o la mamá. Si quien muere en la familia no tiene una relación directa con el niño puede pasar como un duelo desapercibido. Si son niños pequeños es más esa sensación de abandono; si es a los cuatro años están en esa etapa mágica; y después de los siete años vienen esas preguntas un poco más racionales que nos cuesta a veces como adultos afrontar, pero es importante que, en medio de nuestro dolor, también nos pongamos en la disposición de enseñarles.
¿Cómo identificar que el niño o la niña está viviendo intensamente ese duelo?
Una de las etapas más duras de un duelo es la depresión. Es decir, cuando el niño se sumerge en una tristeza profunda. Es para nosotros importante como adultos estar muy atentos a aquellas señales o comportamientos que pueden determinar que el niño está cambiando de actitud. Algunos comportamientos que pueden estar relacionados con el duelo pueden ser cuando orinan la cama, se ponen muy violentos o son indiferentes a abordar el tema. Además, es normal que se sientan culpables, ansiosos o enojados con la persona que murió o con alguien completamente distinto.
¿Cuáles son las principales recomendaciones para ayudar a los niños, niñas y adolescentes en medio de su duelo?
La mejor forma de ayudar a los menores a afrontar la situación es no mentir y alentar al niño para que exteriorice sus emociones y sentimientos. A veces tenemos la noción de querer evitarle la sensación de dolor o tristeza a los niños, pero hace parte de la vida porque la muerte es algo irreversible nos toca a todos enfrentar. Una de las primeras recomendaciones siempre va a ser que como adultos tengamos una escucha activa.
Para responder las preguntas que ellos nos hagan sobre el concepto de la muerte podemos utilizar situaciones cotidianas como la muerte de una mariposa o un pájaro que choca con una ventana. En algunos casos los niños son incapaces de lidiar con el dolor y la pérdida y para los adultos a cargo puede resultar una situación compleja de manejar. Por supuesto, lo mejor es consultar con especialistas.
Es indispensable que nosotros como adultos entendamos que también tenemos la necesidad de llorar, expresar nuestros sentimientos y que nuestros hijos o que nuestros niños pequeños en casa también lo puedan ver. A veces sentimos que, como adultos, debemos reprimir nuestras emociones, nuestros sentimientos porque eso nos va a hacer más fuertes para acompañar a los niños y no es así. El mejor ejemplo que yo le puedo dar a mis hijos siempre va a ser el poder expresar lo que estoy sintiendo porque le estoy enseñando que también exprese lo que siente.
Otras recomendaciones
Duelo Contigo es una organización que realiza acompañamiento psicológico en procesos de duelo por fallecimientos, sin costo y con el apoyo de un equipo de profesionales. Recalcan que en estos casos de pérdidas de seres queridos en menores de edad es clave hablar del tema abiertamente y prestar el apoyo en procura de cuidar su salud mental.
El primer consejo que dan es fortalecer la red de apoyo de cada niño, es decir la familia, las escuelas e instituciones que le rodean.
Una de esas instituciones es el colegio, ahora que se está dando el regreso a la presencialidad en el país. Muchos niños retornan a las aulas experimentando uno o varios duelos y es ese lugar donde pasan la mayor parte de su tiempo y donde van a expresar las manifestaciones de su duelo. Por eso es importante que se aborde esta situación en conjunto con las familias.