Colombia atraviesa por una crisis social y sanitaria preocupante. En medio de conflictos, las personas permanecen atentas a los desenlaces; algunos desde sus casas, otros desde las calles. Todos, de alguna manera, afectados física y emocionalmente por una realidad que parece enrudecerse debido a una enfermedad que a diario cobra la vida de más de 300 personas en el país.
Ya en Gestarsalud.com lo hemos dicho: no hay salud mental sin salud física y viceversa. Con las situaciones sociales que se suscitan en el país desde hace una semana, el nerviosismo, la ansiedad y el estrés, ya latentes desde que arrancó la pandemia, parecen activase aún más en la ciudadanía, víctima de su entorno.
Conversamos con Pedro Pablo Ochoa, director de Campos, Programas y Proyectos del Colegio Colombiano de Psicólogos, quien desde sus conocimientos y experiencia, nos amplía el panorama de lo que está sucediendo en la actualidad con las emociones del colombiano.
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Para el experto, una persona sana, física y emocionalmente, es aquella que- en términos generales- tiene cubiertas sus necesidades fisiológicas básicas (alimentación, vivienda, descanso), más allá; seguridad, salud, educación y, finalmente, asuntos de filiación (amistad, afecto, intimidad).
En este sentido, asegura que, para algunos estar en las calles es una manifestación de que una o varias de sus necesidades básicas no están cubiertas.
«Muchas veces tenemos una visión limitada de lo que es la salud mental. Cuando hablamos de salud mental no se trata de que las personas tengan o no una enfermedad. El problema está en que las personas viven en un ambiente y contexto que de alguna manera resulta depresivo. El problema, realmente, radica la relación de los individuos con el medio».
En palabras de Ochoa, la salud mental no es un estado que solo se deba a factores internos. La responsabilidad que se tiene en la preservación de la salud mental tiene dos sentidos: de los individuos y del Estado.
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«Cuando la salud mental de los colombianos se ve afectada por algunas situaciones, no se trata de que haya algo dentro de ellos que esté mal o alterado, sino que viven en unas condiciones culturales, económicas, políticas y sociales particulares, que los están afectando. Cuando vemos las cosas así, la no es que cada persona tiene la culpa por no ser lo suficientemente fuerte, más bien, de que las personas están viviendo en condiciones particulares que las afectan o las van a afectar».
Así las cosas, insiste el experto, la responsabilidad en el bienestar mental debe ser compartida y es ahí donde los gobiernos deben pensar en su deber frente a la salud mental de las personas. Esta, a su vez, está íntimamente relacionada con el suministro de las condiciones básicas de vida.
«Lo primero que hay que hacer para lograr que las personas estén sanas, física y mentalmente, es garantizar esas condiciones mínimas de vida. Luego se puede trabajar a otros niveles, antes de eso, las intervenciones individuales se van a quedar cortas».
«Si una persona tiene hambre, no tiene vivienda o ciertas condiciones de vida seguras, no va a tener salud en general, ni salud mental en particular. Estamos en una combinación de factores: las personas se han visto empobrecidas, se están enfermando, están encerradas, viven en un medio muy violento, y, en medio de todo el escenario, surgen algunos planteamientos gubernamentales que desencadenan aún más incertidumbre».
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Pero, aunque el hecho de que las condiciones para que una persona tenga salud física y mental funciona, está dado por el binomio individuos – Estado, el Dr. Ochoa asegura que hay herramientas con las que las personas pueden resguardar, en la medida de lo posible, su bienestar mental:
- Identificación y aceptación de las emociones: aprender a reconocer que las emociones están y que son muy importantes.
- Saber qué hacer con las emociones y cómo relacionarse con ellas: aquí entran en juego las relaciones interpersonales. “Construir relaciones afectivas, que sean realmente fuertes, es imprescindible. Cuando esto se logra, una de las cosas que se pueden hacer es hablar de lo que se siente sin ser juzgado y, por el contrario, siendo comprendido. Esto permite relacionarse con las emociones de una manera más sana. También permite validar los sentimientos y relacionarse con ellos de forma distinta”.
Esta dinámica es sana para la salud mental. Un importante ejercicio en lo individual es poder expresarse y crear vínculos afectivos fuertes, pero, reitera, eso no es suficiente si no se dan unas condiciones básicas en el entorno.