Seguramente, nombres como el de Yuliana Samboni, Sofía Cadavid y, más recientemente, Sara Sofía Galván generan una amargura entre quienes conciben la vida y la infancia como un estado sagrado y digno de respeto y cuidado. Estos son apenas tres nombres, tres vidas, tres historias, que no terminaron de completarse, porque la violencia, la aberración y la inhumanidad se las llevó de viaje al plano de la eternidad, de manera precoz y cruel.
Estas tres niñas son apenas una mínima expresión de las magnitudes que tiene la violencia infantil en Colombia. Es cuestión de educación, aseguran algunos, para otros el tema está más orientado hacia las políticas de Estado. El hecho es que mientras se determina el diagnóstico por el que atraviesa el país, y que hace propicia tanta violencia sobre los niños, niñas y adolescentes, los hechos siguen ocurriendo y los pequeños siguen siendo víctimas.
Según el Sistema de Vigilancia en Salud Pública (SIVIGILA), los datos de violencia en Colombia durante el año 2020, a corte del 14 de septiembre fueron desalentadores:
- 33.628 nuevos casos de violencia reportados en niñas, niños y adolescentes. El 66.8 % se registró en mujeres.
- Los departamentos con mayor índice de maltrato en niños, niñas y adolescentes fueron Antioquia, con 5.697 casos, y Bogotá, con 4.818 casos.
- En el país, hasta septiembre de 2020, se habían registrado 14.185 casos de violencia sexual, 10.864 casos de negligencia y abandono, 7.502 de violencia física y 1.077 de violencia psicológica.
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En ese momento Irma Salazar Montenegro, gerente técnica de la Corporación Juego y Niñez, le explicó a Gestarsalud.com que esta encuesta nacional de violencia contra niñas, niños y adolescentes arrojó datos alarmantes, que indican que sigue siendo altísimo el porcentaje de violencia en contra de los pequeños, siendo la violencia física la más prevalente. Además, la mayoría de los hechos violento sobre los pequeños se da en el núcleo familiar. Preocupante.
El tema del maltrato hacia menores es un problema que tiene bastante tiempo en Colombia. En 2017, por ejemplo, en su último informe sobre niñez en el mundo, la organización Save the Children posicionó a Colombia en el lugar 118 de la clasificación de índice de peligro para niños. El país se ubicó como el cuarto de toda Latinoamérica con la tasa más alta de homicidios de niños, niñas y adolescentes.
El Maltrato Infantil (MI) es un problema médico-social-legal, que afecta al menor, a la familia, y a la sociedad. Es una situación que ha aquejado al mundo desde los inicios de la civilización. Asegura la Universidad Javeriana en una publicación que se ha demostrado cómo el maltrato infantil afecta la funcionalidad de los individuos y de la sociedad. En la medida que este fenómeno social no ha podido ser controlado, se enmarca como un problema de salud pública.
Durante esta investigación, la universidad aseguró que existen tres tipos de prevención en salud, según el objetivo de las acciones o intervenciones. La prevención primaria, que comprende estrategias para impedir la aparición de nuevos casos de MI y se dirige a la población en general. La prevención secundaria, que se basa en estrategias dirigidas a impedir la aparición de nuevos casos en familias detectadas como de alto riesgo. La prevención terciaria, que es la intervención cuando ya ha ocurrido el maltrato y se intenta impedir que ocurra nuevamente, al igual que palear las secuelas físicas y psíquicas en la víctima.
Causa- efecto de la violencia infantil en Colombia
En Gestarsalud.com volvimos a conversar con la gerente técnica de la Corporación Juego y Niñez, Irma Salazar Montenegro. La experta insiste en que en Colombia la violencia infantil es un tema multifactorial que repercuten, directamente, en la forma cómo los niños, niñas y adolescentes son tratados en el país.
- La formación y el tipo de educación y de crianza que tienen los adultos de hoy: en Colombia la crianza siempre ha estado basada en violencia. Las mamás y papás de hoy, aunque lo desconocen, tienen unos juegos y cargas emocionales muy fuertes que les hacen ser conflictivos, con ellos mismos y con sus hijos. «Las personas adultas en el país fuimos criados desde la violencia: castigo físico, comparación permanente con los otros, culpa, discriminación y mentiras. Esos tipos de violencia se perpetúan en acciones cotidianas y no nos damos cuenta».
- Las aceptaciones y los imaginarios culturales: en este punto la experta no se refiere a la cultura, propiamente. Habla de la discriminación que existe entre los juegos de niñas y niños, que ponen a las niñas en una posición de fragilidad y debilidad y a los niños les dan un mensaje de valentía, fortaleza y de proveedor. «Son condiciones y mensajes que se quedan en la piel, en el alma y en nuestra psiquis. Eso hace que un niño vaya creciendo con ese imaginario de que el hombre es fuerte y la mujer débil. Esto es un estereotipo de género».
- Autorregulación y control de las emociones: otra de las causas de la realidad colombiana en relación con la violencia de género está relacionada con esa falta de educación que tiene el adulto de hoy en cuanto a la autorregulación de sus emociones. «No sabemos controlarnos. Nos dejamos invadir por la ira y por la rabia y la solución inmediata para resolver un conflicto con los niños y niñas es golpeándolos. Esto se debe también a que la educación del país se ha preocupado a que sepamos más de sumas y restas, que de educación emocional (empatía, control, respeto)».
- Situación social y económica familiar: este es un factor directo. La manera en la que viven las familias; su situación económica y social. Una familia con dificultades para proveer y para que los niños tengan las condiciones básicas son más propensas a la violencia física, aunque las carencias de por sí ya son un tipo de violencia infantil.
Salazar asegura que, ante este panorama, el Gobierno nacional tiene la responsabilidad de actuar, de inmediato, en estos cuatro elementos:
- Cambiando imaginarios en el país a través de movilizaciones sociales fuertes y sensibilizando y formando a los adultos. Es un trabajo en el que todos los actores del país deben estar comprometidos.
- Cambiando imaginarios sociales. Enseñarle a los padres y madres nuevas prácticas de crianza basadas en el respeto psicológico y físico de los niños, niñas y adolescentes. En este sentido, el Estado colombiano debería actuar con mucha más fuerza.
- La educación debe volver una mirada hacia las habilidades socioemocionales y la construcción de ciudadanía.
- Favorecer recursos para que las familias colombianas de base accedan a mejores condiciones económicas, porque lo económico afecta directamente en el trato con los niños, niñas y adolescentes.
La experta resalta la responsabilidad del Estado, de la mano con la de los medios de comunicación y el mercado, en eliminar los estereotipos de género que dañan el imaginario y afectan la relación de género, atribuyendo características que no corresponden con la realidad.
En Colombia han sido implementadas diferentes estrategias por parte de los gobiernos nacionales, entidades territoriales y organismos no gubernamentales. Las políticas públicas dirigidas a la protección de la infancia han tomado relevancia en los planes de desarrollo, donde se analiza la situación de la niñez y la adolescencia, se identifica el problema y se priorizan las soluciones.
Acciones recientes
El pasado 23 de marzo, una de las acciones que en este sentido se dio en el país fue la aprobación por parte de la plenaria del Senado de Colombia del proyecto de ley que prohíbe los castigos físicos o tratos crueles contra menores de edad.
«Esta ley es una ley de prevención, no es sancionatoria y establece una política pública de pedagogía y prevención para evitar más violencia», explicó el diputado Harry González, coautor de la iniciativa.
Aunque la normativa prohíbe el castigo físico como método de crianza, el proyecto deja claro que no afecta la patria potestad, pero busca crear consciencia en el país sobre el respeto y la protección de los niños.
Con esta aprobación, el Congreso de la República aprobó la reforma al artículo 262 del Código Civil Colombiano en el que se establece que «los padres o la persona encargada del cuidado personal de los hijos tendrán la facultad de vigilar su conducta, corregirlos y sancionarlos moderadamente». Actualmente, el Código Civil autoriza el uso de ‘la palmadita’ y el ‘chancletazo’ para la crianza. Esto es lo que se denomina castigo físico y es lo que quedará prohibido a partir de esta nueva ley, que deberá ser sancionada por el presidente Iván Duque para que entre en vigencia.