Distribución equitativa; un tema que ha preocupado a las autoridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde que comenzó a vislumbrarse la posibilidad de tener vacunas contra la COVID-19. En efecto, los desarrollos comenzaron a aprobarse y con ellos la distribución en los países que pudieron invertir en ellos o que tuvieron la capacidad de negociar cantidades de dosis para sus residentes.
Pero para todas las naciones la realidad no es la misma. Existen países en el mundo para los cuales es imposible obtener vacunas con recursos propios. De ahí la iniciativa que tuvo la OMS de crear el mecanismo COVAX, una estrategia que, a partir de donativos, busca entregar vacunas contra la COVID-19 a aquellos países que no pueden comprarlas. En América Latina son 10 las naciones que no pagarán por el antídoto y que recibirán dosis a través de este mecanismo: Bolivia, Dominica, El Salvador, Granada, Guyana, Haití, Honduras, Nicaragua, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas.
Pero, más allá de esta iniciativa la desigualdad con la que están llegando las vacunas a los países más pobres es un tema que tiene preocupado a la OMS. Tedros Adhanom, director general del máximo ente sanitario del mundo, manifestó el 22 de marzo cuán molesto se siente por la situación que se está presentando en el mundo con la distribución de las vacunas. «Es una brecha que crece cada día y que se está volviendo más grotesca».
Es impactante lo poco que se ha hecho para garantizar la distribución equitativa de las vacunas en todo el mundo y así evitar un fracaso moral catastrófico. Los países que ahora están vacunando a personas más jóvenes y sanas con bajo riesgo de enfermedad, lo están haciendo a costa de la vida de los trabajadores de la salud, de las personas mayores y de otros grupos en riesgo en otros países.
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Adhanom recordó que la desigual distribución de las vacunas, además de ser un problema moral, también resulta una mala estrategia desde el punto de vista económico y epidemiológico, pues, mientras más se transmita el virus, hay más probabilidades de que surjan nuevas variantes ante las cuales es posible que las vacunas no sean tan efectivas como lo son ahora. «Los países ricos se están creando una falsa sensación de seguridad».
Según BBC Mundo, hasta el lunes 22 de marzo, 56 % de las dosis de vacunas contra la COVID-19 habían sido aplicadas en países de altos ingresos en los que residen apenas el 16 % de los habitantes del mundo.
A principios de marzo, la Alianza para las Vacunas GAVI hizo pública la distribución de las vacunas que se repartirán en Latinoamérica a través del mecanismo COVAX. En la región serán 18 los países que forman parte de la iniciativa, que completa un total de 142 naciones en todo el mundo.
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COVAX tiene este año la meta de distribuir, al menos, 2.000 millones de dosis; 1.300 millones de ellas en países pobres. Esta cifra podría aumentar a 2.500 millones de dosis (1.800 millones para los países en desarrollo). Pero, a pesar de ello, la OMS insiste en que falta más interés para lograr una vacunación más efectiva en los países menos privilegiados del mundo. Esa es la única manera, asegura Tedros Adhanom, de controlar o erradicar esta pandemia.
Fronteras adentro, en Colombia, el Gobierno nacional se ha empeñado en cuidar la inequidad en la distribución y aplicación de las vacunas contra la COVID-19, tomando en cuenta que la oferta es limitada.
Actualmente, el Plan Nacional de Vacunación (PNV), la estrategia que dicta las pautas en el país en este sentido, tiene centralizada la vacunación y la ha priorizado por grupos de poblaciones más o menos vulnerables al virus. Aunque se está estudiando la posibilidad de ampliar la vacunación hacia el sector privado, el Ministerio de Salud y Protección Social ha establecido las condiciones para poder estudiar esa opción; una de ellas es priorizar el acceso a las vacunas de las personas ya priorizadas dentro del PNV, de manera gratuita.