Dormir es una de las obligaciones fisiológicas del cuerpo humano. Tan importante como comer y respirar. Asegura la ciencia que tener buen descanso es fundamental para la buena salud, al igual que mantener una dieta equilibrada y hacer ejercicio regularmente. Una noche de sueño reponedor permite cumplir de mejor forma con las exigencias diarias, ayuda a controlar el estrés y a mantener un estado de ánimo equilibrado.
Pero, ¿por qué se hace frecuente perder el sueño justo al acostarse, cuando minutos antes parecía ser un deseo inevitable? El sueño funciona con el cerebro, el órgano más complejo del cuerpo. Las conductas y acciones logran enviar órdenes al cerebro que él entiende e interpreta.
La ciencia explica que los ritmos circadianos son determinantes en este comportamiento. Estos están definidos como las variaciones periódicas que ocurren en el organismo y que se ajustan a un periodo de 24 horas, en promedio. Afectan al sueño, a la actividad cerebral y al metabolismo, entre otras funciones.
Gracias a los ritmos circadianos las personas pueden sentir cansancio y sueño a horas relativamente tempranas, 7, 8 o 9 de la noche, pero, cuando el cuerpo no cumple las órdenes cerebrales y se niega a ir a descansar, entonces el cerebro recibe otro comando y el cuerpo se sobrepone del sueño y se activa.
Cuando ya la persona está lista para ir a la cama a dormir, el cerebro no lo está, porque no hubo una actuación coherente cuando mecánicamente el cerebro estuvo preparado para hacerlo.
El uso indebido de tecnologías (televisión, celular, tablet) antes de dormir alteran el patrón del sueño. De nuevo, el cerebro recibe comandos externos que le hacen interpretar lo que el cuerpo desea o lo que es correcto hacer.
“La luz eléctrica ha hecho que los niveles de luz no sean ya un indicador fiable para el cuerpo de si es de noche o de día. La luz blanca y azul que desprenden estos dispositivos enreda los ciclos circadianos, y por eso es mejor abstenerse de usarlos una hora antes de irse a dormir”.
Asegura una publicación de Vitonica.com.
Conforme las personas envejecen el patrón del sueño se altera: más de la mitad de los adultos mayores padecen síntomas de insomnio (Ohayon, 2002). Sin embargo, algunos estudios indican que un estilo de vida constante y organizado puede ayudar a dormir mejor y más rápido (Zisberg, Gur-Yaish y Shochat, 2010; Monk, 2010).
Los estilos de vida organizados tienen que ser diario, aseguran los expertos en sueño: la semana no sirve como unidad de compensación.
Varios estudios aseguran que no sirve de nada dormir hasta tarde los fines de semana para compensar lo que no se descansó o durmió en la semana. Acostarse y despertarse a la misma hora todos los días es la mejor opción para regular el sueño.
Isabel Restrepo, neuróloga clínica, asegura que no hay un patrón de sueño para cada persona. Explica que estudios coinciden que la mayor parte de la población mundial debe dormir entre 7 y 8 horas diarias, sin embargo, hay un grupo de personas- que es la minoría de la población mundial- que con 5 horas de sueño se siente descansada. Otro grupo de personas, que se consideran dormidores largos, requieren entre 9 y 11 horas de sueño para poder reparar su organismo. Todo depende de qué tan enérgica y descansada se sienta la persona con las horas de sueño obtenida durante la noche; más allá de los estándares establecidos.
Algunas técnicas para conciliar el sueño rápidamente
- Relajar la mente y el cuerpo.
- Ordenar la vida (rutinas, roles, tiempos).
- Gestionar las horas de sueño (saber administrar el tiempo de las siestas, si las hubiera).
- Hacer ejercicio.
- Evitar cenas con comidas que hagan lenta la digestión.
- Contar con un espacio cómodo para dormir.