“La vacunación contra la COVID-19 es un propósito nacional”, insiste el ministro de Salud, Fernando Ruíz Gómez. A la vez, el presidente Iván Duque asegura que en febrero inicia el Plan Nacional de Vacunación, que “construimos con fundamento en principios constitucionales. Es el mayor reto de salud pública en la historia del país y la invitación es a que todos caminemos unidos el sendero de la vacunación”. Es la promesa del Gobierno nacional y en ella deben estar enfocados los esfuerzos institucionales y ciudadanos.
Un gran debate ha tomado forma alrededor de la llegada de las vacunas al país. El Estado se mantiene firma y convencido de que febrero será el mes en el que comience a desplegarse el Plan Nacional de Vacunación, organizado desde la articulación y operatividad de todos los actores que hacen parte del sistema de salud nacional, pero, más allá del proceso de inmunización, que no abarcará a toda la población de inmediato, es importante- como ciudadanos e individuos- dimensionar las responsabilidades de cada uno, más allá de la inoculación.
Comparte Jorge Galindo, columnista destacado del diario El País, de España, un artículo que habla sobre los atropellos sanitarios, laborales, mentales, individuales y colectivos que ha traído consigo la pandemia de la COVID-19. Las vacunas ya están; un par de ellas comercializadas en contados países y otras más en estudio, pero parece improbable pensar que la capacidad de distribución depende, entre tantas cosas, de cuántos más desarrollos se hayan aprobado para comercializar. Esto aún no ocurre y lo cierto es que la oferta es limitada, más allá de los acuerdos y contratos.
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De ahí la importancia de las palabras transcritas por Galindo: la responsabilidad es inevitablemente compartida. Gobiernos locales y regionales, entidades provisorias de salud deben asegurar que las vacunas pasen el menor tiempo posible en sus manos antes de llegar a los brazos de la ciudadanía. Estados y organismos supranacionales tienen que entender que hasta que el mundo entero esté vacunado, el riesgo de rebote o mutación nos seguirá amenazando y las farmacéuticas deben, no sólo cumplir con los compromisos adquiridos, de manera equitativa, sino tratar de mejorarlos. Algunas lo están haciendo. Otras se han enredado en sus promesas.
La ciencia tiene un papel determinante que cumplir, los Gobiernos también, pero la sociedad, la ciudadanía, el colectivo tiene, a la par, un rol importante y determinante en la contención y control de la enfermedad.
Son tres, tal vez un poco más, las normas que hay que interiorizar para mantenerse a salvo mientras los más altos niveles resolutivos del juego entregan una solución efectiva:
- Lavado correcto y frecuente de manos.
- Distanciamiento social, que implica no acudir a lugares poco ventilados, cerrados y aglomerados (fiestas, eventos sociales, visitas familiares y a amigos).
- Uso correcto y permanente del tapabocas.
El ministro de salud de Colombia ha enfatizado que los resultados en la reducción del contagio y las muertes no serán de inmediato, tras la aplicación de las vacunas. Se necesitará que, como mínimo, el país llegue y supere su meta de vacunación, estimada en el 70 % de la población para alcanzar la inmunidad de rebaño. Si bien la vacunación es la mejor herramienta contra el virus, por lo menos durante este 2021 se necesitará y se ruega a la ciudadanía que cumpla con las medidas no farmacológicas descritas anteriormente.
«Hay cosas que aún no sabemos. Estamos enfrentando un virus que muta, que cambia y puede que nos cambien las condiciones de las vacunas, que se reduzca su eficacia, y eso es algo con lo que vamos a tener que luchar todo el tiempo, no solo en Colombia sino en el mundo. Toda la comunidad científica va a tener que estar viendo y monitoreando nuevas cepas, nuevas posibilidades y, de pronto, haciendo desarrollos novedosos o rápidos para las vacunas en su segunda dosis con el objetivo de proteger más a la población. Hay razones para ser optimistas y aquí es donde entra en juego la solidaridad y el principio de beneficencia colectiva”.
Ministro de Salud, Fernando Ruíz Gómez.