Todo 2020 se ha desenvuelto en un vaivén de medidas, restricciones, nuevas formas y cambios alrededor del nuevo coronavirus; enfermedad que ya ha contagiado a más de 46 millones de personas en el mundo y causado la muerte a 1,2 millones. La cantidad de información que en torno de esta nueva enfermedad se gesta todos los días y las cosas que aún quedan por descubrir, aunado a las limitaciones que la misma pandemia propone, han desarrollado entre las personas una especie de fatiga pandémica, causada por todas esas variables.
El Dr. Elmer Huerta, médico especializado en oncología médica y prevención-control de cáncer, medicina interna y salud pública en epidemiología, quien asesora a la cadena de noticias CNN en Español en lo que concierne a temas de salud, ha explicado que la fatiga pandémica está asociada a la sensación de apatía, desmotivación y agotamiento mental que sufre una persona, y cuyo origen está en el impacto que ha causado el nuevo coronavirus en su vida.
De este modo asegura que, “la causa está en los cambios en el estilo de vida relacionados con las cuarentenas parciales o totales, la ansiedad producida por el miedo a contagiarse, las constantes noticias enfocadas en las desgracias causadas por la enfermedad, el temor a perder el trabajo, la soledad causada por la falta de contacto con amigos y familiares o la misma sensación de desesperanza que nos hace preguntarnos: ¿cuándo se va a acabar esta pesadilla?”.
Asegura que la fatiga pandémica se caracteriza por la sensación de cansancio mental, de indefensión, tristeza, preocupación, frustración e irritabilidad, cambios que pueden causar trastornos del sueño, del apetito y de la concentración mental, además de nerviosismo, falta de motivación para hacer las cosas y deseo de apartarse de los demás.
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Esto es lo que debe hacer si usted también la siente
El experto ofrece las siguientes recomendaciones para evitar esta fatiga o manejarla:
- Cuidar las condiciones físicas del cuerpo, a través de la práctica de un estilo de vida saludable. Hacer ejercicio diariamente, comer saludablemente y tratar de establecer una rutina de sueño saludable. Estas acciones le ofrecen energía al cuerpo y fortalecen el sistema inmunológico.
- Limitar el consumo de noticias a una hora, o menos, al día. Si bien es bueno estar bien informado, sumergirse todo el día en noticias sobrecargan el cuerpo de emociones negativas y agotan la energía de las personas.
- Reducir la carga de estrés, a través de la práctica de actividades que generen calmen u ofrezcan algún tipo de alegría o bienestar. Por ejemplo, aprender ejercicios de respiración, practicar yoga, dar paseos en el campo, leer o ver comedias.
- Conectarse con las demás personas. Recordar que los seres humanos somos criaturas sociales por naturaleza. Estar solo y sentirse aislado puede aumentar el estrés y la desesperanza. Con el debido cuidado de limitar el contacto físico con personas extrañas, hacer llamadas telefónicas, videoconferencias, chatear en las redes sociales, escribir cartas o asistir a servicios religiosos en línea pueden ayudar a mitigar el deseo de relaciones sociales.
- Recordar que tratar de reprimir o ignorar los sentimientos no los hace desaparecer. “Si notas que tus sentimientos de tristeza o desesperanza interfieren con tus actividades diarias, no tengas miedo de buscar la ayuda de un profesional de salud mental”.
- Tratar de no pensar en lo que va a pasar. “Recuerda lo que Mahatma Gandhi decía: en la vida hay dos días que no existen, ayer y mañana. La angustia de pensar en el mañana puede hacer que pierdas la belleza del hoy”.
- Crear nuevas rutinas de vida. Por ejemplo, reservar un momento del día para hacer algo que a la persona le guste y le haga sentir bien física, mental o emocionalmente. “Es posible que esas nuevas rutinas o tradiciones continúen después que haya pasado la pandemia”, asegura el doctor Huerta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya instó a gobiernos alrededor del mundo a aplicar políticas públicas que ayuden a disminuir la sensación de desasosiego en la población, porque un exceso de fatiga pandémica genera que la concepción de riesgo frente a la enfermedad sea menor y que las medidas preventivas como el correcto lavado de manos, el uso de mascarillas o mantener distancias sociales resulten menos eficaces.