En el marco de esta importante día, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace un llamado a la prevención de la enfermedad, puesto que los eventos trombóticos provocan el 25% de las muertes y una de cada cuatro personas fallece por causas relacionadas con este padecimiento.
Aunque el infarto agudo de miocardio y los accidentes cerebrovasculares son conocidos, en el caso de la enfermedad tromboembólica venosa, no ocurre lo mismo, desconociendo que puede desencadenar una trombosis venosa profunda (TVP) producida por la formación de un coágulo en una vena, que obstruye parcial o totalmente el flujo sanguíneo; o el tromboembolismo pulmonar, en donde el trombo se desprende y llega a los pulmones, asociándose con una gran morbilidad y mortalidad.
De acuerdo con Dra. Liliana Correa, médico ginecobstetra e intensivista, estas dos derivaciones de la enfermedad aumentan exponencialmente con la edad “en adultos mayores de 80 años puede presentarse un caso por cada 100 personas, quienes además una vez diagnosticados con tromboembolismo pulmonar pueden complicarse considerablemente ya que la enfermedad es fatal en un 20-30% de los pacientes que la sufren en los siguientes 30 días al diagnóstico”.
¿Cómo se identifica?
Según Correa, los signos y síntomas de la enfermedad son usualmente inespecíficos por lo que existe un gran subdisgnostico, pero en general pueden verse:
- Hinchazón.
- Enrojecimiento.
- Dolor en los miembros inferiores.
Identificar estos signos y síntomas a tiempo es clave, “usualmente empieza un dolor en la pierna, que pate en la pantorrilla y se siente como un calambre o una inflamación, también hay que prestar atención al enrojecimiento o manchas en la piel de la pierna o incluso a la sensación de calor en la pierna afectada”, puntualizó la experta.
Los riesgos
Existen factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir trombosis venosa profunda, como:
- La herencia de un trastorno de coagulación de la sangre.
- El reposo prolongado, en el que las piernas permanecen quietas.
- Los músculos de las pantorrillas no se contraen para ayudar a la circulación sanguínea.
- Lesiones en las venas.
- Cirugías.
- Embarazo.
- Píldoras anticonceptivas orales o terapia de reemplazo hormonal.
- Sobrepeso.
- Consumo de tabaco.
- Ciertos tipos de cáncer que aumentan la coagulación sanguínea.
- Insuficiencias cardíacas.
- Enfermedades intestinales como la enfermedad de Crohn.
- Colitis.