Trastornos depresivos son los principales factores de riesgo frente a la idea de suicidio

La vida es el único bien irrecuperable e irremplazable. La mayor riqueza en medio de las tantas intenciones de pérdidas en las que transcurre el andar de una persona. Ella, y su preservación, debe ser- sin duda- el objetivo de cada individuo, y en común, de la humanidad. Hoy, gracias a una iniciativa de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, en colaboración con la Organización de la Salud (OMS), se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una fecha que merece ser exaltada, sobre todo en un contexto mundial en el que el valor de la la vida, corre peligro de muchas formas.

Situaciones económicas, sociales, emocionales, familiares, algunas promovidas por la realidad de los países y enfermedades son algunas de las causas que conllevan a una persona a acabar con su vida. Frente a la decisión final, y, más concretamente, ante su ejecución, siempre surge la duda de cuán valiente podría ser un individuo que decide suicidarse, o, por el contrario, cuán cobarde puede ser para no enfrentar las situaciones que le perturban.

Foto: med icoplus.com.

En 2014, el Ministerio de Salud y Protección Social, de la mano con el Instituto Nacional de Salud (INS) y del Observatorio Nacional de Salud, reportaron que la tendencia de la mortalidad por suicidio en el país, durante los años de 1999 – 2013 había tenido una reducción. Pero, para el periodo 2014 – 2017 los datos no fueron tan alentadores: el aumento anual de las tasas fue de 7,3% en hombres y 4,5% en mujeres.  

Más recientemente el INS informó que durante 2020 el intento de suicidio presentó tendencia al aumento en la tasa de incidencia por cada 100.000 habitantes a nivel nacional desde enero hasta marzo (13,4 por cada 100.000 habitantes) y un aumento con respecto al año anterior con corte al mismo periodo (13,0 por 100.000 habitantes). Para abril, la tasa de incidencia fue de 16,6% por cada 100.000 habitantes (n= 8.448), 1,3% menos que en el mismo periodo del año pasado (17,9 por 100.000 habitantes, n=9.033). 

Bogotá, Buenaventura, Bolívar, Caldas, Chocó, Guainía, Guaviare, Valle, y Vaupés presentaron aumento en la tasa de incidencia.

Foto cortesía: Unspash.com (Jon Tyson)

Las tasas más altas en 2020 se registran en Caldas (33,1) y Risaralda (32,1) de manera similar al 2019 (32,7 y 40,2 respectivamente). En el país, según el INS, el conflicto con la pareja o expareja predomina como factor desencadenante (39,6%), seguido por los problemas económicos (13,2%) y el maltrato físico, psicológico o sexual (10,4%) en ambos sexos. La ideación suicida persistente (33,8%) y el antecedente de trastorno psiquiátrico (28,0%), principalmente el trastorno depresivo, son los factores de riesgo de mayor proporción en el total de los casos.

Según la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, cada año el suicidio se encuentra entre las 20 principales causas de muerte a nivel mundial para personas de todas las edades. Es responsable de más de 800.000 muertes, lo que equivale a un suicidio cada 40 segundos.  

“Cada vida perdida representa a la pareja, hijo, padre, amigo o colega de alguien. Por cada suicidio, aproximadamente 135 personas sufren un dolor intenso o se ven afectadas de otra manera. Esto equivale a 108 millones de personas por año que se ven profundamente afectadas por el comportamiento suicida. El comportamiento suicida incluye el suicidio y también abarca la ideación suicida y los intentos de suicidio. Por cada suicidio, 25 personas intentan suicidarse y muchas más tienen pensamientos suicidas graves”.

Asociación Internacional para la .Prevención del Suicidio

La OMS asegura que la prevención del suicidio requiere también la intervención de sectores distintos al de la salud y exige un enfoque innovador, integral y multisectorial, con participación del sector de la salud, educación, laboral, la policía, la justicia, la religión, el derecho, la política y los medios de comunicación.

Sobre el tema, la Organización Mundial de la Salud ha insistido en varias recomendaciones orientadas a la prevención y control de la conducta suicida:

•    Restricción del acceso a los medios más frecuentemente utilizados para el suicidio (plaguicidas, armas de fuego y ciertos medicamentos).
•    Información responsable por parte de los medios de comunicación.
•    Identificación temprana, tratamiento y atención de personas con problemas de salud mental y abuso de sustancias, dolores crónicos y trastorno emocional agudo.
•    Capacitación de personal de salud no especializado en la evaluación y gestión de conductas suicidas.
•    Seguimiento de la atención prestada a personas que intentaron suicidarse y prestación de apoyo comunitario.
•    Apoyar a quienes han perdido a seres queridos porque se han suicidado.
•    Introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de alcohol.

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