La semana pasada el equipo de Medicina de la Universidad Católica de Chile (UC) hizo un hallazgo importante frente al comportamiento del nuevo Coronavirus. Cultivaron el virus y lograron que se multiplicara, abriendo la posibilidad de ampliar las investigaciones relacionadas con la enfermedad y permitiendo implementar estrategias, explorar potenciales antivirales, vacunas y un mejor diagnóstico a nivel poblacional.
La Dra. Marcela Ferrés, académica de la Escuela de Medicina UC y jefa del Departamento de Enfermedades Infecciosas e Inmunología Pediátricas, explicó que “la idea es averiguar cómo defender a los seres humanos del patógeno. Este logro implica conocer mejor al enemigo; cómo funciona, cuáles son sus genomas, sus proteínas, cómo se comporta, y aunque ello lo podemos tomar de la bibliografía publicada, es interesante considerar las características locales del virus que circula dentro de nuestra población, y si va cambiando eventualmente en los meses que llevamos de la pandemia”.
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Agregó que, si la investigación se enfoca en cómo defenderse del virus, se pueden utilizar estos aislamientos virales producidos por el cultivo para hacer ensayos y estudiar drogas que tengan actividad antiviral y que pudieran servir como terapia. Para llegar a esa información hay virólogos moleculares, que se van a encargar de saber cómo funciona el genoma y uniéndolo en una etapa posterior con la acción de medicamentos.
Pensando en la inmunidad, la capacidad de inhibir la multiplicación del virus en el organismo, el panorama se torna más claro viendo si los anticuerpos de los sujetos infectados pueden neutralizar el virus en cultivo, entendiendo cómo neutralizar la acción de rodear al virus e inhabilitarlo para infectar una célula.
“Esto también se averigua probando los sueros de personas que han recibido el plasma inmune y ver qué capacidad tienen de inhibir la multiplicación de este virus”.
El proceso conlleva un riesgo sanitario: se requiere un laboratorio con las medidas de seguridad exigidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), denominado BLS-3, que consiste en una infraestructura con tres exclusas y equipamiento de bioseguridad que resguardan el contacto con el virus.
Según la experta, estas exclusas están compuestas por una primera zona en que los científicos se equipan con los primeros elementos de protección, luego en la segunda sala -denominada sala de transición- se agregan los demás equipos de protección (un buzo hermético) y una máscara conectada con un respirador que inyecta aire en circuito cerrado. Más allá, se encuentra la sala de trabajo en la que se adiciona un segundo par de guantes y se realiza el trabajo de infectar las células y de la cosecha viral, todo esto bajo una campana que también protege al usuario, en un ambiente estéril para células y virus.