El 24 de marzo comenzó la cuarentena obligatoria en Colombia. La llegada del Covid-19 obligó al Gobierno nacional a detener la propagación del virus, y con él el colapso del sistema sanitario del país, el cual- para el momento- estaba menos preparado que ahora para una contingencia de esta envergadura. Pero la economía no da espera, el confinamiento no permite la sostenibilidad de todos los sectores, menos en uno en el que la informalidad cerró con un 47% el año anterior. Así que la reapertura debió llevarse a cabo.
Con la activación de la manufactura y la construcción, buena parte de la población nacional (unos cuatro millones de trabajadores) comenzó a salir de sus hogares y a tener dinámicas de relacionamiento, que, aunque estuvieron parametrizadas por los protocolos de bioseguridad establecidos para cada actividad, siguen siendo riesgosas. Entre finales de abril y mediados de mayo, con más flexibilizaciones decretadas, los casos positivos para Covid-19 en Colombia siguieron aumentando. Aun así, parece haber confianza en las personas. Hoy, las calles suelen moverse casi con la misma congestión de antes, pues el país ha reanudado, en gran medida, sus dinámicas económicas.
Para el presidente de la Federación Colombiana de Sociología, profesor Carlos Uribe Celis, la población colombiana se comportó muy bien durante los dos primeros meses de confinamiento, sin embargo, por sus características económicas, sociales y culturales se hace muy difícil mantener una disciplina de encierro por más de este tiempo. “El pueblo colombiano hizo la tarea durante los primeros dos meses, pero dados sus condiciones, la mayor parte de la población resolvió salir”.
Pero la situación empeora con la ocupación, casi total, de las Unidades de Cuidados Intensivos del país. Hay hospitales que ya no tienen disponibilidad. Aunque lleguen todos los ventiladores presupuestados por el Gobierno nacional y los territorios, si la velocidad de contagio sigue al ritmo actual, se acabarán las posibilidades de atención médica. Al respecto, Ramiro Huertas, especialista de la Fundación Santa Fe de Bogotá, informó que hace doce días en la clínica había cinco pacientes Covid positivos, hoy se cuentan 107 con la patología.
“De estos pacientes que tenemos, cinco son médicos intensivistas de los que estaban tratando pacientes Covid en las Unidades de Cuidados Intensivos. En este momento la limitación de camas en la fundación es total. Hay dos pacientes hospitalizados con respiradores en Urgencias, porque no hay camas en UCI. Recomiendo a las personas que se hagan conscientes de la situación, que permanezcan guardadas en sus casas. Qué dejen el contacto social, que eviten salir y entrar de las casas constantemente porque es un riesgo muy alto. Esto no está caminando despacio y de pronto no va a haber atención médica suficiente”.
Para el presidente de la Federación Médica Colombiana, Sergio Isaza, la cantidad de Unidades de Cuidados Intensivos en el país es insuficiente. “Aparte de los mil 200 intensivistas que hay activos en este momento en las UCIs del país, no tenemos nada más.
Recordó que en la dotación de las Unidades de Cuidados Intensivos no sólo es importante la instalación de ventiladores, sino la permanencia de profesionales con una adecuada preparación para atender a pacientes críticos. En el trabajo de atención dentro de UCI participan médicos intensivistas, enfermeras, terapistas respiratorios y otros especialistas.
“No tenemos en este momento la cantidad suficiente de profesionales entrenados para trabajar en las Unidades de Cuidados Intensivos, ni tenemos la cantidad suficiente de Unidades de Cuidados Intensivos. No es sólo hablar de respiradores, porque los aparatos por sí solos no van a evitar las complicaciones. Seguimos insistiendo en la prevención y lo que se debe buscar en el manejo de la pandemia es evitar al máximo que la mayor cantidad de personas lleguen a UCIs”.
Así las cosas, lo cierto es que hay una buena porción de la población que no puede quedarse en casa. Marta Lucía Ramírez, vicepresidenta de Colombia, en alguna oportunidad manifestó que «el hambre también mata». Sin embargo, hay otra parte, también importante, que tiene la posibilidad de laborar dentro de sus hogares. Ellos tienen más posibilidad de evitar relacionamientos sociales, que sigue siendo la mejor medida para evitar la propagación del Covid-19, de la mano con el constante lavado de manos, uso de mascarillas en la calle y el distanciamiento físico con respecto a las demás personas.