De todas las investigaciones que se han materializado hasta ahora respecto al Covid-19, sus formas, efectos, implicaciones y posibles remedios, hay una teoría que se mantiene en el tiempo y es la necesidad- por la seguridad de todos- de mantener un distanciamiento de por lo menos dos metros, respecto a otras personas y usar el tapabocas fuera del hogar o cuando haya síntomas de enfermedad viral.
No hay discusión. Son, junto al constante lavado de manos, las maneras más efectivas demostradas hasta ahora para evitar la propagación desmedida del virus. Un reportaje del diario El Espectador, que cita un trabajo publicado en la Revista Science- firmado por los investigadores Kimberly Prather, de la Universidad de California, y dos más de la Universidad National Sun Yat, en Taiwán- concluye que “en general, la probabilidad de infectarse en espacios cerrados dependerá de la cantidad total de SARS-CoV-2 inhalado. En última instancia, la cantidad de ventilación, la cantidad de personas, el tiempo que se visita una instalación interior y las actividades que afectan el flujo de aire, modularán todas las vías de transmisión viral y la exposición”.
Los investigadores aseguran que un factor trascendental a la hora de hablar de transmisión es la ‘cantidad’ suficiente del virus para que la infección sea efectiva. Para que eso suceda se requiere una buena cantidad de partículas, algo que varía según la ventilación y la distancia. La carga viral parece ser determinante en la manera en que se desarrolla una enfermedad.
En la investigación, uno de los puntos más importantes a tener en cuenta para evitar el contagio es el distanciamiento que debería haber entre las personas que están en un mismo espacio. El argumento se centra en que las gotitas que salen al estornudar o hablar pueden alcanzar hasta 1.5 o 2 metros. En este sentido, se insiste en la recomendación de mantener dos metros de distancia y usar tapabocas.
Según las citas hechas por El espectador, el tiempo que el virus se mantiene en el aire depende de la ventilación del espacio. “Si es buena, las gotitas con el virus pueden dispersarse en 30 segundos. Si la ventilación es mala el virus puede tardar hasta cuatro minutos en disolverse. La recomendación es simple: abrir ventanas y puertas en la medida de lo posible”.
“Además de la distancia que mantengamos con las personas, las partículas de saliva se esparcen en el espacio según la acción que llevemos a cabo. Es muy distinto hablar que toser o estornudar: al hacerlo se expelen distintas concentraciones de partículas que pueden estar cargadas del virus”.
Otra consideración importante a tener en cuenta está en el tono que se usa al hablar. “Entre más duro hablemos, más gotas generamos”, aseguran los investigadores.