El mundo está abocado en la contención, mitigación y erradicación del Covid-19. El virus, que se expande por casi todos los países del planeta en simultáneo, ha ocasionado que ciertos insumos médicos, equipos, tecnologías y medicamentos escaseen de forma general. Los reactivos con los que se procesan las pruebas para detectar la presencia de la enfermedad también carecen. La demanda supera la oferta, los precios aumentan considerablemente para la exportación del material y la necesidad de diagnosticar la enfermedad no da espera.
Ante la necesidad de seguir haciendo pruebas para descartar y/o comprobar casos del nuevo coronavirus en el país varios de los laboratorios que se están encargando de procesar las muestras buscan la forma de resolver y fabricar los reactivos de manera local.
En un trabajo de investigación hecho por el diario El Espectador al respecto se determina que el mayor punto crítico está en los reactivos de extracción del ARN del virus, razón por la cual varios laboratorios han tenido que suspender operaciones durante algunos días. Y es que, aunque el pasado 29 de abril el Gobierno nacional confirmó la importación de 500.000 kits de reactivos provenientes de China, es cuestión de días para que el desabastecimiento vuelva a ser el común denominador en panorama local. “El camino, saben todos, es buscar métodos alternativos de extracción”.
Por su parte, explica el impreso, el Ministerio de Ciencia, que se comprometió a gestionar $202 mil millones para fortalecer la red de laboratorios del país, organizó una pequeña convocatoria con algunas universidades para encontrar un método alternativo de extracción que pueda ser utilizado en los próximos meses.
Al respecto, Jaime Castellanos, director de virología de la Universidad El Bosque, laboratorio que procesa un promedio de 200 pruebas diarias de Covid-19, y que ya se quedó sin reactivos para operar, está liderando el proceso en conjunto con el Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Investigación en Salud de Bogotá.
“Hay que buscar alternativas para la extracción, eso implica inversión y desarrollos técnicos en nanotecnología. En Colombia no tenemos experiencia. En dos semanas vamos a tener dos o tres protocolos en diferentes entidades para tomar una decisión y ver cuál es el sistema más adecuado. Sabemos que parar no es una opción”.
Genoma, el laboratorio de la Universidad CES de Medellín, es la otra entidad que está buscando métodos alternativos de extracción. Si bien no especificaron el camino que están adelantando, confirmaron que debe cumplir con tres condiciones.
“Hay unos principios muy importantes para volvernos autónomos. Primero que la calidad y la eficiencia en los procesos moleculares sean tan altas como las de los reactivos importados. Segundo, la accesibilidad, es decir, que el costo justifique la producción nacional para que el país pueda contar con esos reactivos a menor valor de los que se importan. Y por último que esos métodos sean replicables y funcionen en las condiciones reales que hay en Colombia”, afirmó Rubén Manrique, director de investigación e innovación de la Universidad CES a El Espectador.
Tras su investigación, el periódico asegura que existen otros métodos de extracción que circulan en el ambiente como posibilidades y son el de liberar el virus de su envoltura a través del calor y choques térmicos para dejar libre el ARN (PCR zero) en el proceso de detección, todo sin los reactivos que están escasos en el mercado. Sin embargo, uno de los problemas principales de este método es que un porcentaje importante de las pruebas se pierden.
“Hay quienes también ponen en la mesa el método de PCR convencional, que es una posibilidad más económica que las demás, pero mucho más lenta debido a que hay que manipular una a una las muestras. Un protocolo recomendado cuando no hay que procesar una cantidad considerable de pruebas”.