Foto: Filiberto Pinzón / EL TIEMPO
¿Ha oído hablar de la tendencia de los ‘bowls’? Si es activo en Instagram, es posible que se haya provocado con estos apetitosos tazones que se sirven desde el desayuno hasta la cena. Datos de esta red social indican que hay más de 2 millones de publicaciones marcadas con la etiqueta #bowl, mientras que #buddhabowl y #pokebowl, sus variaciones, suman 300.000 y 200.000 menciones, respectivamente.
El libro ‘La dieta de Buda’, escrito en 2016 por Tara Cotrell y Dan Zigmond, da pistas de cómo nació esta tendencia ‘foodie’. “Buda recorría las calles con un tazón en las manos y lo llenaba con la comida que las personas le donaban. Como en ese tiempo no existían alimentos procesados, es muy probable que fueran preparaciones sencillas, como arroz o guisos a base de curri”, detalla el libro.
Aunque la tradición de Buda se remonta a muchos siglos atrás, su versión moderna llegó a los restaurantes y las cocinas de Estados Unidos el año pasado, luego a Europa y ahora, por acá.
¿En qué consiste? Tres puntos son claves en esta tendencia gastronómica: uno nutritivo, por el tipo de productos que mezcla; otro estético, porque el color y las texturas cuentan (para la foto, obvio), y tres, que se sirve en el tazón y no en un plato llano, como tradicionalmente comemos en Occidente.
En cuanto a los ingredientes, aunque tiene muchos vegetales, va más allá de una ensalada. Estos se combinan con cereales, proteína animal y vegana y superalimentos (granos y semillas).
Hay varios tipos de tazones, dependiendo de los ingredientes y de la hora a la que se sirvan. Los del desayuno suelen llamarse ‘smoothie bowls’, el ‘poke bowl’ es de origen hawaiano y lleva pescado crudo, y los hippie, ‘power’ o ‘buddha bowls’, que también son aptos para dietas veganas y vegetarianas.
Para Michelle Milhem, propietaria del restaurante Miel, en Bogotá, especializado en ‘bowls’, son varias las razones para volverse adicto a este plato. Destaca que se arman rápido y fácil y que no hay que ser un cocinero experto para lograr un plato como este. Además, es “una gran solución para aquellas personas que trabajan y cuentan con menos tiempo para hacer preparaciones ricas y saludables”, señala.
Ningún tazón es igual al otro, es difícil aburrirse de comerlos. ¿La clave? Ser creativos. Juegue con combinaciones de ingredientes, colores, sabores y texturas. Para un resultado más provocativo, ensaye con diferentes cortes de vegetales: dados, láminas, espirales, etc.
“Los ‘bowls’ son una gran alternativa para sacar la comida sana de la monotonía”, subraya la nutricionista Johanna Losada. Recomienda incluir todos los grupos de alimentos y medir las cantidades según la pauta alimenticia de cada persona.
“Si la porción está fuera de lo requerido, vamos a caer en el exceso, incluso si usamos superalimentos como chía, proteínas magras como pescado o pollo y carbos complejos como quinoa o arroz integral”, aconseja.
Otra de las bondades de los ‘bowls’ es que pueden comerse al desayuno, pasando por el almuerzo, y hasta en la cena. Para consumir al inicio del día se puede usar como base yogur griego sin azúcar y bajo en grasa, colada de avena o quinoa cocida o un batido a base de alguna fruta. Michelle Milhem aconseja usar el açai, una fruta de la Amazonia colombiana similar a una baya, alta en antioxidantes y con bajo aporte de calorías.
Ninguno de estos tazones de desayuno estaría completo sin adiciones que aportan sabor y textura. Agregarlas es indispensable para tener el balance adecuado de carbohidratos, grasas saludables, fibra y proteína. Algunas sugerencias: coco rallado, granola, nueces, semillas de chía y frutas frescas. La recomendación de la nutricionista Johanna Rueda es medir estos extras, pues suelen ser densamente calóricos.
Los ‘bowls’ para almorzar y cenar son relativamente parecidos. Algunos comensales prefieren que el de la comida no lleve carbohidratos, especialmente si están en una dieta para bajar de peso.