El Covid-19 sigue siendo un misterio en muchos aspectos científicos. Las evidencias van saliendo a cuenta gotas, si se toma en consideración la premura del mundo por combatir la enfermedad. La vacuna y los modos de contagio siguen siendo las interrogantes más grandes en este momento.
Colombia sigue las directrices dadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hasta el pasado 4 de abril, el mensaje del Ministerio de Salud y Protección Social estaba dirigido a utilizar tapabocas, sí y sólo si se trataba de personas contagiadas, vulnerables o cuidadores de contagiados, de otra manera “no era necesario”.
El sentido común de la ciudadanía primó sobre las directrices nacionales: el 70% de las personas en el país están utilizando tapabocas cada vez con más frecuencia. El uso aumenta en la medida que la cartera de salud anuncia nuevos casos y descensos. Nadie se quiere arriesgar, de ahí los escasez del vital accesorio desde finales de febrero.
Hoy, las órdenes de la OMS y del Ministerio de Salud son otras: el Gobierno Nacional, en concordancia con la nueva fase de mitigación por la que atraviesa el país (en la cual cualquier persona es potencialmente portadora del virus), informa a la población general el uso de tapabocas convencional obligatorio en los siguientes lugares:
- En el sistema de transporte público (buses, Transmilenio, taxis) y áreas donde haya afluencia masiva de personas (plazas de mercado, supermercados, bancos, farmacias, entre otros) donde no sea posible mantener la distancia mínima de 1 metro.
- Personas con sintomatología respiratoria.
- Grupos de riesgo (personas adultas mayores de 70 años, personas con enfermedades cardiovasculares, enfermedades que comprometan su sistema inmunológico, cáncer, VIH, gestantes y enfermedades respiratorias crónicas).
«Es posible usar tapabocas de tela, los cuales brindan una recomendación adecuada. Es importante reiterar que los respiradores N95 o máscaras de alta eficiencia serán de uso exclusivo para los trabajadores de la salud», expresó el ministro de Salud y Protección Social, Fernando Ruiz Gómez.
Y es que, a pesar del debate científico sigue siendo ambiguo en sus evidencias, el pasado 2 de abril un artículo en Nature reavivó e intensificó el debate sobre la transmisión. El texto, en primer lugar, ratifica el hecho que la evidencia sigue sin ser clara y divergente. Se refiere a un estudio, durante el brote de coronavirus en Wuhan, China, en el que el virólogo Ke Lan recolectó muestras de aerosoles dentro hospitales que trataban a personas con COVID-19, así como a sus alrededores, encontrando ARN viral del SARS-CoV-2 en varios lugares, incluidos los grandes almacenes.
El estudio no pudo determinar si esos virus tenían la capacidad de ser infecciosos, lo cual ha sido siempre el tema de discusión sobre ese modo de transmisión. Sin embargo, en un correo electrónico, que Lan le ha enviado a Nature, dijo que el trabajo demuestra que «al respirar o hablar, la transmisión del aerosol del SARS-CoV-2 puede afectar a personas cercanas y alejadas de la fuente». Como precaución, el público en general debe evitar las multitudes, escribe, y también debe usar máscaras, «para reducir el riesgo de exposición a virus en el aire».
En este sentido, y tomando en cuenta que aún no hay evidencias claras de que el virus se transmita en el aire, y que las probabilidades son altas, la Organización Mundial de la Salud aprobó el uso general del tapabocas como medida de prevención.
Las medidas se intensifican
Así como el uso del tapabocas, el desconocimiento detallado de la enfermedad y sus diversas maneras de comportarse, ocasiona que cada Estado tome decisiones a partir de sus dinámicas internas, capacidad de respuesta sanitaria y efectos de la enfermedad.
Por ello, el pasado 6 de abril el presidente Iván Duque informó la extensión de la cuarentena social obligatoria- que inicialmente estaba programada hasta el 13 de abril- para el 26 de abril. El aislamiento de niños, niñas y adolescentes, así como de adultos mayores va hasta el 30 de mayo. Las clases, incluyendo universidades, quedan suspendidas hasta esa fecha.
Esta extensión le permitirá el Gobierno nacional avaluar el comportamiento de la enfermedad durante los días de aislamiento social y ampliar la capacidad hospitalaria para lo que se ha considerado, el pico epidemiológico más alto.