Llegaría a ser dominante. Investigadores sugieren que intervalo de Pfizer sea de 21 días y recalcan mensaje de autocuidado y vacunación masiva.
Redacción Gestarsalud
La variante Delta del nuevo coronavirus, que ya circula en Bogotá, puede llegar a ser la que más se transmita en la ciudad desplazando a otras versiones y llevando a una cuarta ola de la pandemia, y el momento en que se convierta en dominante, así como el impacto en la mortalidad, dependerá de las medidas de autocuidado y del ritmo de vacunación.
Esas son algunas de las conclusiones de un estudio científico que no ha sido revisado por pares y que pinta algunos escenarios que puede traer para la capital de Colombia la aparición de la llamada variante Delta del Sars-CoV-2, que era esperada y puede ser el doble de infecciosa que las versiones originales del virus y probablemente causar mayor riesgo de hospitalización y reinfección, según se ha encontrado.
El estudio se titula ‘El impacto potencial de la variante Delta del Sars-CoV-2 en el contexto de la cobertura de vacunación limitada y el aumento de la mezcla social en Bogotá’ y está firmado por Guido España, Zulma Cucunubá, Juliana Cuervo Rojas, Hernando Díaz, Manuel González Mayorga y Juan David Ramírez.
Los investigadores desarrollaron un modelo matemático para estimar los escenarios ante la introducción de la variante Delta en Bogotá, con base en lo que se sabe de otras versiones del virus ya circulantes, esquemas de vacunación y su eficacia conocida para todas las variantes.
En primer lugar, al analizar los datos disponibles, los científicos encontraron que la tercera ola de covid-19 en Bogotá, que se extendió a lo largo de tres meses con un saldo de muertes sin precedentes, se debió a la “combinación de contacto social y la presencia de las variantes Gamma y B.1.621 (por primera vez identificada en Colombia y que tiene unas mutaciones que la hacen más infecciosa)”.
Los autores también estimaron que gracias al Plan Nacional de Vacunación, que priorizó a las poblaciones de más riesgo frente al covid-19, logró salvar la vida de entre 16.000 y 19.000 habitantes de Bogotá.
Sin embargo, la llegada de la variante Delta puede cambiar la dinámica de la pandemia y llevar a una cuarta ola, según anotan los científicos, aunque su impacto dependerá del momento en que se vuelva dominante y el nivel de vacunación de entonces.
En concreto, el artículo proyecta que si la variante Delta es la que más se transmite entre julio y agosto (escenario temprano) y hay alto nivel de contactos entre las personas se podría presentar una cuarta ola pronto y con una magnitud de mortalidad similar a la de la tercera ola.
Si la Delta se hace dominante tempranamente, pero hay bajo de nivel de interacciones entre las personas, la cuarta ola en Bogotá tardaría en aparecer y tendría un impacto “similar o menor a la primera ola”, según explicó el investigador Guido Camargo.
En ese escenario de dominancia temprana de la variante Delta la vacunación juega un papel clave, según los autores, pues habría que acelerar la cantidad de personas inmunizadas teniendo en cuenta que las vacunas usadas en Colombia protegen contra esta versión del Sars-CoV-2.
Aquí los científicos son claros en decir que se deben priorizar las personas de alto riesgo y, en el mismo sentido, no ampliar el tiempo para la segunda dosis, como ya lo hizo el Ministerio de Salud con las poblaciones de las etapas 4 y 5 del Plan Nacional de Vacunación al aumentar el intervalo de la vacuna de Pfizer de tres a 12 semanas. Así se podría tener más rápido a más gente completamente protegida contra la Delta.
Si la predominancia de la Delta llega de forma tardía, es decir, hacia septiembre, se haría mucho más necesario ampliar la base de personas completamente inmunizadas respetando el intervalo de tres semanas entre las dosis.
“Posponer la segunda dosis de vacuna Pfizer de 21 a 84 días potencialmente tendría un efecto positivo para alcanzar alta cobertura pero sólo frente a variantes previas a Delta. Frente a la inminencia de Delta, el modelo sugiere que posponer la segunda dosis no es conveniente”, escribe Camargo.
“Otro aspecto relevante es que aún persiste una proporción de personas de alto riesgo en cada edad que han quedado rezagadas (por reticencia o por problemas de acceso). Alcanzar a estas poblaciones traería un alto beneficio en el corto plazo”, complementó el profesor asistente de investigación de la Universidad de Notre Dame.
Cabe recalcar que este artículo es una preimpresión y no ha sido revisado por pares, por lo que no debe usarse para guiar la práctica clínica.
Lo cierto es que una cuarta ola de covid-19 en Colombia sigue siendo una posibilidad real y su impacto dependerá de cómo nos cuidamos (tapabocas, distancia social y ventilación) y de irnos a vacunar masivamente, asegura la epidemióloga Zulma Cucunubá, coautora del estudio.
La doctora Cucunubá explica que los datos con los que se construyó este modelo son de hace un mes y que solo con el tiempo, a medida que la vigilancia genómica dé resultados, se podrá establecer el nivel de circulación real de la variante Delta en Bogotá y el país.
Por lo pronto, según el Instituto Nacional de Salud (UIS), con base en la vigilancia genómica que adelanta el país, la variante dominante en Bogotá es la B.1.621 (que es la más común en el país). Esta variante fue identificada por primera vez en Colombia y ha mostrado tener mutaciones que la hacen más transmisible y podría afectar la protección que ofrecen las vacunas.
Sin embargo, la epidemióloga Silvana Zapata explica que el desplazamiento de una variante del Sars-CoV-2 tan dominante como ha mostrado ser la B.1.621 puede llevar a que la Delta no la tenga fácil a la hora de ser la más transmitida.