Por: Carmen Eugenia Dávila
Directora ejecutiva de Gestarsalud
En el pasado editorial de este boletín desde Gestarsalud reclamamos que la reforma fuese un gran pacto nacional por la salud. Hoy queremos insistir sobre ello.
Aunque el Gobierno, presionado por partidos de su misma coalición, ha abierto la puerta a la posibilidad de modificar su propuesta, previo al trámite parlamentario, esto es aún insuficiente. Se requiere una participación más amplia, un debate más sereno y profundo, un texto que finalmente merezca ser reconocido como un gran aporte al sistema de salud.
El presidente Gustavo Petro lo prometió así en su programa de gobierno y es el momento de cumplir.
La salud es el único de los derechos económicos, sociales y culturales consagrados en la Constitución política de 1991 que ha pasado a convertirse en un derecho fundamental, en virtud de la jurisprudencia constitucional y su reglamentación mediante la Ley Estatutaria 1751 de
2015. Así mismo, es el único servicio público que cubre e interesa, directamente, a 50 millones de personas.
Nadie discute hoy que la salud es un bien meritorio, de especial importancia y sensibilidad, tanto por su estrecha conexión con la vida misma y con la dignidad, la integridad y la seguridad de las personas y es por eso que su futuro, su organización y su garantía no pueden ser producto de estrechos conciliábulos y, menos aún, de decisiones unilaterales. Tampoco es un asunto de simples mayorías parlamentarias.
Es la hora de avanzar desde las audiencias y foros, donde nadie escucha a nadie, donde no se construye una síntesis, donde se redunda en una polarización inútil e irresponsable, hacia un gran propósito colaborativo para mejorar los textos de reforma, acordar lo esencial y conciliar intereses con la mira en el interés general.
Eso es posible con su liderazgo, presidente Gustavo Petro, ministra Carolina Corcho y presidente del Congreso, Roy Barreras. Convoquen a las asociaciones de usuarios, a los gremios, a los partidos, a los expertos, a las universidades, a los centros de pensamiento, a sindicatos, academia, sociedades científicas y demás actores a construir las mejoras al sistema general de seguridad social en salud, de las cuales los textos que se conocen todavía no dan respuesta suficiente y satisfactoria.
No cerremos la puerta a la auténtica participación social.