Harry Marín encontró en Bicho Patógeno y en el doctor Rubiano Correa, dos títeres, la mejor manera de hacer pedagogía en la pandemia.
Redacción Gestarsalud
Es verde, de ojos saltones, con antenitas de color naranja y muy hablador. Es impertinente y le susurra al oído a todo aquel que se acerque a un punto de vacunación. Su misión: lograr persuadir a la mayor cantidad de colombianos para que no accedan a su dosis de inmunización.
Su nombre es Bicho Patógeno y su apellido es ya conocido por todo el mundo y pronunciarlo podría generar tanto pánico como el que genera la desinformación: Coronavirus.
A través de una canción, este particular personaje intenta convencer de no vacunarse a quienes creen en la ciencia y ven en la inmunización todas las esperanzas.
Alfa, Beta y Gama te meten en la cama, y la variante Delta es mucho más despierta…
Vamos a contagiar a 100 para volver a mutar, ayúdame tú también no te vayas a vacunar...
Su aparición es calculada. Se acerca en el momento preciso cuando el biológico ya está a punto de ser inyectado y sin pensarlo dos veces pide, sin pena alguna, que la vacuna no se aplique. Por su puesto, sus esfuerzos son en vano y están lejos de tener éxito porque el doctor Rubiano Correa, otro personaje muy famoso en esta red social, se le adelantó y sí hizo bien la tarea: pedagogía para vacunarse contra el covid-19.
La cara y la voz detrás de estos personajes que aparecen en videos de Twitter es la de un médico que, al hablar, con su acento revela sus orígenes paisas. Su nombre es Harry Marín, médico y profesor de la Universidad Nacional y especialista en medicina aeroespacial, algo bastante complejo de entender pero que él mismo explica con la simpleza de un niño de ocho años.
“Es una rama de la medicina que trabaja con las personas que están expuestas a condiciones ambientales diferentes como las tripulaciones; esta medicina trabaja con todo el personal de operaciones aeronáuticas. Así de simple”, dice.
Marín se formó como médico y aunque esta es una profesión que requiere de mucha dedicación y gran parte del tiempo permanece entre clínicas y hospitales, se las ingenió para aprender a echar cuento, narrar historias y lograr llegarle a la gente de otras maneras. El médico Marín aprendió de medicina y humanidades de manera simultánea convirtiéndose en lo que él llama “una especie de Clark Kent”; un superhéroe que, en esta ocasión, deja la bata blanca por convertirse en la voz de personajes de ficción que le echan un buen cuento de salud a quienes se encuentran en el camino.
Encontrarse un médico artista no es tan común y él lo reconoce. Incluso confiesa que muchas veces lo han visto como un tipo loco que solo le gusta hablar y hablar. Combinar sus dos pasiones lo ha llevado a conocer -y sobre todo ayudar- a muchas personas; ha prestado sus servicios para el Ejército y ha estado inmerso en misiones médicas a bordo de barcos en los que no desaprovechaba oportunidad alguna para reír y hacer reír a otros con su cuentería.
“Estuve como médico a bordo dentro del barco y cuando salía ejercía mi oficio de narrador y como docente daba clases en las mañanas y en las noches me iba a los bares y teatros. El amor por el tema de las humanidades y el arte han estado siempre”, cuenta del otro lado de la pantalla mientras arregla uno de sus personajes para interpretarlo.
Por un momento el doctor Harry Marín desaparece y entra Bicho Patógeno. Saluda eufórico. Se acerca a la pantalla. Habla sobre querer ser mi amigo y trata de convencerme. De la nada desaparece. El doctor Marín ha vuelto.
Pedagogía cercana
Con más de 15 años de experiencia este médico de 42 años ha disfrutado varias veces de las mieles de la fama que viene y va, como dice. Esta vez vuelve a tocar su puerta, pues su cuenta de Twitter es cada vez más visitada gracias a los videos de Bicho Patógeno y el doctor Rubiano Correa, personajes que decidió crear porque, según él, el mensaje de prevención contra covid-19 de la institucionalidad, no estaba llegando a la gente. Por eso decidió hablar de este tema tan importante y complejo a la vez, de una forma distinta logrando que hasta el más escéptico creyera en la ciencia y dijera: sí, me vacuno.
“El origen del virus, la velocidad de contagio y el pánico que ha generado esto pone a las personas en un estado de pánico y en este país, como en la guerra, la primera cosa que se muere es la verdad; entonces todo el mundo desconfiaba de los mensajes institucionales y si tú desconfías de los mensajes institucionales a quién le crees. Ese fue mi análisis”, sostiene el médico Harry Marín.
Por eso está convencido de que a la gente hay que hablarle de otros modos y conectar con lo que sienten. No es tarea fácil y asegura que tampoco se trata de ser tan solo médico y artista.
“Debajo de todo esto está toda la formación como narrador, pero también está toda la formación de microbiología; para poderle dar al coronavirus sentido no puede ser solamente un actor ni puede ser solamente un médico, es unir esas dos cosas para que pueda salir el mensaje. A veces me asombro cómo convergen y ha pasado todo esto”.
Médico viral
Para hacer los videos de sus personajes el doctor Harry tomó su grabadora y salió a la calle. Hizo varias entrevistas tratando de entender qué era lo que estaba pasando con la comunicación y por qué la vacunación en otros países estaba avanzando sin temores ni mitos.
Sus títeres y ratones hechos de croché han servido para llegarle hasta a los más pequeños y hablarle de este virus que en Colombia, según el Ministerio de Salud, ha cobrado la vida de cerca de 123.000 personas.
“Los papás me decían que con todas las noticias los niños estaban teniendo pesadillas y no podía dormir y cuando empezaron a ver mis vídeos pudieron hacerlo. Es el poder sanador de la historia, es muy bonito”, manifiesta.
Hoy sus videos superan las 50.000 reproducciones y más de 400 compartidos en Twitter, los principales medios de comunicación le abren los micrófonos y ponen el foco en sus personajes. Él por ahora dice que continuará llegando con más humor que nunca a cada persona que crea que el virus no existe.