Corría finales de 2019 cuando una extraña enfermedad apareció en Wuhan, una provincia de China central. Las noticias relacionadas con extrañas enfermedades originadas en Asia ya no causaban asombro en el mundo occidental. La forma de alimentarse que hay en algunos países asiáticos ha sido, por lo general, la causa de infecciones y virus en esas poblaciones. América se veía alejada de esa realidad y poco preocupada al respecto.
Covid-19 fue llamada la nueva enfermedad; un nuevo tipo de coronavirus. Llegó el 2020 y con él los primeros casos en Europa. Las crecientes imágenes en los noticieros mostraban con insistencia cómo aquella recién famosa población china quedaba aislada del mundo y clausurada entre sus fronteras por cuenta de la nueva patología. Morían personas, creaban un hospital en tiempo récord sólo para atender estos casos. El nuevo coronavirus se mostraba muy contagioso y peligroso. Wuhan quedó completamente aislada.
Vuelos que conectaban a Europa de Asia comenzaban a suspenderse. De a poco cada nación empezaba a recibir sus nuevos casos. Italia y España, fueron los más golpeados. Los sistemas sanitarios colapsaron. La vida comenzó a depender de la suerte. América empezaba a preocuparse. Sus relaciones con el viejo continente son muy estrechas. Se trata del tercer mundo; uno en el que- históricamente- los sistemas de salud se mantienen el límite.
Y llegó el primer caso a América. El 26 de febrero Brasil confirmó su primera persona positiva para Covid-19. Se activaron las alarmas. Cada país hizo lo suyo. El espejo, que reflejaba la realidad europea, dio algunos indicios de las formas de actuar, pero nada fue suficiente. El Covid-19 es una pandemia desde que la Organización Mundial de la Salud así lo declarara en marzo del año pasado. Hasta entonces la vida y la muerte, en gran parte, ha girado alrededor del SARS-CoV-2.
Hoy China se muestra como un país tranquilo, al que la normalidad llegó hace unos meses. Taiwán, una isla china de más de 20 millones de habitantes, cuenta hasta la fecha con 825 casos positivos de Covid-19 y apenas siete muertes. Wuhan, el epicentro de la enfermedad, alcanza hasta hoy 50.340 infectados y 3.869 muertes; número registrado sólo en un día en España, Italia y Estados Unidos.
¿Cómo lo lograron?, es la pregunta que todos nos hacemos. Entrevistamos a Jaime Ordóñez, médico, PhD en Epidemiología y MSc. en Economía de la Salud. Es, además, investigador Senior en True Consulting. El experto asegura que Asia trae una lección aprendida de la pandemia generada por el SARS en 2003, que, en su momento, afectó a 37 países del continente. “Ellos ya estaban preparados como sociedad porque saben que cuando una enfermedad de este tipo aparece se debe resolver en un máximo de 60 días. Después de este tiempo ya todo se ha salido de las manos”.
“Ellos tenían eso muy claro. ¿Cómo se resuelve? testeando como locos y acompañando el testeo de cuarentenas y aislamientos. Eso fue lo que no se hizo ni en Europa ni en América y de ahí los resultados que hoy tenemos”.
Taiwán, por ejemplo, nunca ha tenido que promulgar confinamientos estrictos. Tampoco recurrió a restricciones drásticas a las libertades civiles, como en China continental. Su respuesta se centró en la velocidad.
Las autoridades taiwanesas comenzaron a inspeccionar a los pasajeros en vuelos directos desde Wuhan, cuando el virus era principalmente objeto de rumores e informes limitados. Taiwán confirmó su primer de Covid-19 el 21 de enero y luego prohibió a los residentes de Wuhan viajar a la isla. Todos los pasajeros que llegaban de China continental, Hong Kong y Macao debían someterse a un control.
Todo esto sucedió antes de que Wuhan se cerrara el 23 de enero. En marzo, Taiwán prohibió a todos los extranjeros ingresar a la isla, excepto a los diplomáticos, residentes y aquellos con visas de entrada especiales.
Las autoridades activaron el Centro de Comando Central de Epidemias de la isla, que se estableció a raíz del SARS, para coordinar entre los diferentes ministerios. El gobierno también aumentó la producción de mascarillas y equipos de protección para asegurarse de que hubiera un suministro constante de equipos de protección personal.
La vida en Wuhan también ha regresado a la normalidad. Su gente busca recuperar el tiempo perdido y, poco a poco, ha retomado sus actividades en distintos espacios comunes tales como restaurantes, fiestas nocturnas, reuniones masivas, puestos de comida callejera, compras, y en la mayoría de los casos sin tapabocas.
Hoy, buena parte de Europa y América vuelven a confinarse. Activan estrategias para comenzar con un proceso de inmunización que parece resultar la única y mejor salida para la pandemia. Estados Unidos, la potencia más grande del continente americano es el país líder con número de casos y muertes sólo por cuenta del Covid-19 en el mundo. Los resultados de este lado del planeta no son ni parecidos a los de China, por nombrar solo un país de Asia.