Después de un diagnóstico de cáncer de mama, la vida continúa. En esta tercera entrega especial que desde Gestarsalud.com estamos ofreciendo, a propósito de la conmemoración el 19 de octubre el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, informamos y, sobre todo, apoyamos a todas las personas que hoy navegan el mar de lo incierto con esta enfermedad. Katerine Cabrera, líder de Enlace Corporativo de Gestarsalud, nos toma de la mano para llevarnos a las etapas por las que ha debido atravesar en esta lucha por la vida. Acompáñenos a seguirla conociendo.
Reconocida desde antes del diagnóstico como una mujer noble, alegre y muy permisiva, la buena actitud con la que Katerine asumió la enfermedad y el tratamiento le han hecho merecedora de un par de adjetivos mucho más determinantes: fuerza y valentía.
“Me debían hacer la mastectomía solo en la mama izquierda, pero desde el inicio decidí retirarme ambos senos. Después de varios exámenes y de concertar la decisión con mi mastóloga, se revisó que la mastectomía era lo mejor para mí. Pensé que el verme sin senos sería traumático, pero para mi sorpresa- desde el 23 de junio que me las amputaron- no he derramado una lagrima de tristeza por verme sin ellos. No tengo problema alguno con que me vean así, incluso me desnudo delante de mis hijos para que ellos vean que esto no es el fin del mundo y que la femineidad está dentro de mí, no en mis senos. Esto sin duda es parte de la fortaleza que Dios me ha dado”.
De este modo relata Katerine su eterna travesía por el cáncer de mama, una que sí tiene fin y que no es necesariamente la muerte:
El 31 de octubre 2019 me veo el hundimiento en el seno izquierdo.
El 30 de noviembre me entregan resultado confirmatorio de la resonancia magnética.
El 18 de diciembre llegué al Centro Javeriano de Oncología del Hospital San Ignacio a cita con el mastólogo y oncólogo.
El 30 de diciembre inicie las quimioterapias.
En enero 2020 fue la primera cirugía, para implantarme un catéter debajo de la clavícula derecha con la intención de que las quimioterapias no me quemaran las venas de los brazos.
El 26 de mayo terminé las quimioterapias.
El 23 de junio me hicieron la segunda cirugía. Una mastectomía bilateral. Al terminar la mastóloga ingresó a miembros del equipo de cirugía plástica para colocarme unos expansores en el músculo del tórax y hacerme la reconstrucción al finalizar el tratamiento.
15 días después de la segunda cirugía, en cita de control con la mastóloga, supe que en el resultado de la biopsia de lo que me habían retirado en la mastectomía salieron 3 ganglios con metástasis, razón por la cual seis días después entré nuevamente a cirugía para hacerme vaciamiento axilar.
El 28 de agosto inicié radioterapias. Un total de 25 sesiones, de lunes a viernes, que terminaron el 29 de septiembre.
En este momento estamos esperando 30 días para que la piel se recupere de la radioterapia. Luego, el equipo de cirugía plástica comenzará a inyectarme solución salina en los expansores y al cabo de unos dos meses entraré de nuevo a cirugía para finiquitar la reconstrucción.
El día antes de la entrega del resultado de la resonancia magnética coincidió con los paros que había en Bogotá. Sin transporte público funcionando me fui caminando sola desde mi trabajo hasta mi casa y durante la caminata lo único que hice fue orar. Le decía a Dios que yo sabía que tenía cáncer y que lo único que le pedía era que me diera toda la fortaleza que yo necesitaba para enfrentar el tema de la mejor manera, por mí y por mis hijos.
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Yo no soy de publicar mucho en mis redes sociales, pero desde enero de 2020, después de haberle contado a mi mamá, decidí hacer público lo que me estaba sucediendo con el propósito de alertar a otras personas sobre el autocuidado y, además, mostrarles que si uno se lo propone hay que mantener la buena actitud para sobrellevar mejor cualquier situación. A la fecha he seguido haciendo publicaciones con la misma finalidad.
Me siento bendecida por mi familia, amigos y compañeros de trabajo, quienes han estado siempre pendientes de mí. Me envían, desde la distancia, toda su fuerza y energía. Antes de la pandemia me acompañaban y se turnaban en las quimioterapias y demás citas médicas que tuve. Una de mis mejores amigas decidió cortarse el pelo para acompañarme en el proceso. Gestos como esos te demuestran lo amada que eres y te dan más fuerzas para luchar contra todo.
Desde el día uno de mi diagnóstico tuve el apoyo total de todos mis compañeros de trabajo y de mis jefes. Pedí vacaciones para poder concentrarme en todo lo que debía preparar para iniciar el tratamiento y estas conectaron con mi incapacidad; lo que me permitió estar al 100% en función de sanar. Ellos todo el tiempo estuvieron allí, conectados conmigo, pacientes, y entre todos resolviendo los inconvenientes que generó mi ausencia en el trabajo.
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Hice todo lo posible por seguir haciendo las actividades diarias de una madre, porque no le puedes transmitir a tus hijos tristezas. Mi mamá ha sido un ejemplo, ella sufre de muchos dolores en los huesos; el clima frío no le sienta bien, pero este año ella quedó a un lado y se dedicó a estar conmigo. Jamás la vi llorar delante de mí, ni en los momentos más críticos que pude tener.
Después de 15 días de la primera quimioterapia empezó a caerse el cabello, entonces opté por raparme inmediatamente y fue un momento muy especial porque no fui a una peluquería; lo hice en mi casa con la ayuda de personas que me aman. Hasta mis hijos me ayudaron. Pusimos música, bromeamos y lo que podía ser un momento triste se convirtió en una tarde placentera y de apoyo familiar absoluto.
Tuve algunos problemas durante mi tratamiento. Reacción alérgica con uno de los medicamentos de las quimioterapias, razón por la cual tuvieron que cambiar el esquema me que estaban aplicando. Yo seguí ejercitándome y montando bicicleta durante el tratamiento. Un día me caí y tuve una pequeña fractura en mi hombro y puntos en la frente, pero todo eso hizo parte de mi crecimiento personal y de sacar más capacidad de resiliencia.
Me sentía más linda con la cabeza pelada que ahora que me está saliendo el cabello.
En este momento estoy tomando solo una pastilla diaria que me recetó mi oncólogo. Mantengo una alimentación saludable. Evito carbohidratos, azúcar, carnes rojas. Hago ejercicio 3 veces a la semana, monto bicicleta 1 o 2 días a la semana. Estoy feliz de haber regresado nuevamente al trabajo y vivo el día a día plena, con calma, con mis hijos y las personas que más me quieren.
La pandemia no permitió que mi hermana viajara a acompañarme a la mastectomia y esto la tenía muy afectada, sin embargo, me encargué de transmitirle mi tranquilidad, mi seguridad y mi felicidad, porque a pesar que me quedaría sin senos sabía que era para estar viva y sana.
En mi último control, le pregunté a mi oncólogo: ¿ahora que tengo que hacer, doctor? Él me respondió: ahora lo que tienes que hacer es ser feliz. Esto fue música para mis oídos y, sin duda, es lo que estoy haciendo.
Cuando iba a quimioterapias y radioterapias mi mente y corazón estaban listos para recibir con amor todos los químicos y radiaciones que mi cuerpo recibirían. El cáncer me permitió reconocerme, darme cuenta de errores que venía cometiendo, me hizo una mujer más fuerte.