Algunos países del mundo han servido de ejemplo en el manejo de una enfermedad que tomó por sorpresa a todo el planeta y que aún, la ciencia se empeña en descubrir y combatir, el Covid-19. En América Latina, Uruguay es considerado hoy el país de la región que ha sabido contener mejor la propagación de la enfermedad.
Es un país pequeño, de apenas 3.4 millones de habitantes, que al día de hoy cuenta 769 casos y 22 decesos. Un 80% de pacientes positivos ya han sido dados de alta.
El primer caso del país uruguayo, que colinda con Brasil en su extremo oriental, se registró el 13 de marzo y ese mismo día el Gobierno nacional decretó el cese de todas las actividades públicas y grandes eventos multitudinarios. Hasta la fecha no ha habido un decreto que obligue a la población a mantener una cuarentena obligatoria, pero el llamado de las autoridades nacionales era a mantener el confinamiento y distanciamiento social de manera voluntaria.
Los últimos días de marzo y los primeros días de abril fueron los más críticos en el país. La curva aumentó. Más de 40 casos positivos en un día. Según datos aportados por la agencia de noticias AFP, “las cifras han decrecido en las últimas semanas: hasta el martes 19 de mayo, apenas 139 personas tenían la enfermedad mientras que a fines de abril eran 209”.
Aunque el Estado no quiere cantar victoria ante una enfermedad de veloz propagación, la situación del país suramericano está controlada. Al punto de que, de manera paulatina, todos los sectores económicos se han ido reactivando. Las clases en la mitad de las escuelas rurales (Unas 500 de 973) comenzaron el pasado 20 de mayo.
Según el presidente del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, la decisión de volver a las aulas involucra a cerca de 4.000 alumnos y 500 maestros de escuelas primarias del interior del país.
Los centros autorizados cumplen con las condiciones para implementar los protocolos sanitarios necesarios, que sopesa la idea de incorporar cientos más en una semana tras un balance de esta primera inserción.
La responsabilidad ciudadana frente a las normas establecidas para mantener estable la condición sanitaria en el país, al parecer, está siendo efectiva. Otro aspecto particular en Uruguay, y que refuerza esta teoría, está en el hecho de que la mayor cantidad de contagios se mantienen en sectores de clase alta- los mismos que importaron la enfermedad de Europa. El foco se ha mantenido en ese cerco epidemiológico.
Tres aspectos del país juegan en pro del bienestar de Uruguay ante la pandemia: el cumplimiento ciudadano respecto a las medidas de bioseguridad, la activación inmediata de las medidas de contención para controlar la propagación de la enfermedad y su baja densidad poblacional.
Colombia, por su parte
Colombia, un país con realidades muy diferentes a las uruguayas, cuya capital duplica el total de la población del país suramericano, hoy suma más de 20 mil casos positivos y 700 muertes.
Han habido elogios para el país cafetero. El experto en salud pública y profesor de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE.UU.), Antonio Trujillo, destacó el trabajo que viene haciendo el Gobierno nacional en respuesta a la pandemia, reconociendo que «va bien y en la dirección correcta».
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Pero, los hechos han demostrado que la reactivación económica ha sido determinante en la crecida de la curva. Para el 01 de junio, y a pesar del aumento de las cifras, Colombia entrará en una segunda fase, donde la conciencia ciudadana será aún más necesaria y determinante para el éxito.
No se trata del fin del confinamiento, sino de aprender a vivir con la enfermedad. Se necesitarán unos días más, luego de la llegada de junio para saber cuán entendida ha sido esta premisa entre los colombianos, en lo que se considera «una nueva manera de concebir la convivencia».